El director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), Manel Esteller, ha sido nombrado recientemente editor asociado de The Journal of the National Cancer Institute (JNCI), una de las revistas más citadas de investigación oncológica. Tras Mariano Barbacid, Esteller es el segundo español en ostentar el puesto.
¿En qué consiste la epigenética en la que usted es un referente?
El ADN es la genética clásica, es el armazón, la base. Después está la epigenética, que son todas las marcas químicas que añadimos a esa base para darle un sentido. Puedes imaginarlo como un maniquí. El muñeco desnudo es el ADN, la ropa que le ponemos es la epigenética: la metilación, la acetilación, fosforilación, es decir, marcas químicas que se encargan de regularlo. Si al mismo maniquí le pones una ropa buena o una mala, tiene un aspecto completamente diferente. Eso sucede también en nuestras células. El ADN del ojo es el mismo que el del hígado, pero hacen cosas muy distintas porque tienen una regulación de su ADN, un epigenoma, muy distinto.
¿Esto es lo que explica que dos personas con el mismo ADN tengan enfermedades diferentes?
Si, un ejemplo claro es el de los gemelos monocigóticos que tienen el mismo ADN pero padecen diferentes enfermedades. Esto se explica porque uno tiene unas metilaciones, una epigenética distinta el uno del otro, lo que le hace más proclive a tener una enfermedad u otra.
¿Por qué son importantes las terapias personalizadas en el tratamiento del cáncer?
Porque hasta ahora a dos pacientes con un mismo estadio clínico, a los que se les ha diagnosticado un tumor, se les trataba igual. Sabemos que los tumores son muy distintos a pesar de que tengan el mismo grado de avance. Lo que se trata es de estudiar el ADN de estos tumores y encontrar algún defecto en él para dar con la terapia que se beneficie de ese defecto. Es decir, encontrar el punto débil en la armadura de ese tumor, porque uno solo es más ‘listo’ que cien oncólogos.
¿Qué permitirá esta nueva forma de tratar a los pacientes?
Primero, tendrá un efecto terapéutico, es decir, el paciente responderá bien al fármaco. Segundo, evitará la toxicidad de un medicamento que se demuestre que no va a tener efecto; y tercero, evitará un coste económico innecesario.
¿Está puesto en marcha ya?
De momento solo se está tratando en un 10% de los tumores. En un 90% seguimos con la forma clásica. La idea es extender la terapia personalizada a este otro porcentaje.
A finales de 2012 publicó un estudio en la revista Plos One sobre el mapa epigenético del espermatozoide. ¿Qué aplicación práctica tiene?
En este estudio las aplicaciones son varias. Sabemos que los hijos son la suma del 50% del padre y el 50% de la madre, aunque no son adiciones perfectas. Difieren por muchos motivos. Uno de ellos, las diferencias epigenéticas en las células reproductoras del padre y de la madre que se transmiten al hijo. Otro aspecto interesante del estudio es saber que hay trastornos de infertilidad masculina que son debidos a causas epigenéticas y que tienen un efecto en la salud.
Está desarrollando varias investigaciones en colaboración con centros británicos. ¿En qué trabajan?
Uno de ellos consiste en estudiar a pacientes con cáncer de mama. Hemos hecho el seguimiento de varios casos de hermanas en los que una desarrolla la enfermedad y la otra no. Recogimos ADN de antes de que tuvieran el tumor y, mirando ese ADN antiguo y el epigenoma, pudimos determinar que la hermana que lo tenía alterado era la que años después desarrollaría el cáncer de mama. Es una investigación con el King´s College de Londres.
¿Qué papel tiene en todo esto el gen BRCA1?
Es un gen que cuando está mutado causa cáncer de mama. Lo que hemos encontrado en nuestros estudios es que, cuando este gen está alterado epigenéticamente, el tumor de mama es más sensible a una terapia concreta. Es un marcador. Por lo tanto, si una señora tiene este tipo de cáncer porque tiene metilado el gen, debería recibir este fármaco.
¿Y cómo eligen el fármaco adecuado?
Normalmente estudiamos qué genes están inactivos en un tumor de forma epigenética. Identificamos cuáles son, entre muchos, y los cruzamos con las bases de datos de fármacos para decidir si actúan en la misma vía que nuestro gen, es decir, si la metilación es capaz de predecir la respuesta a ese fármaco.
Aparte del cáncer de mama, ¿aplican esta técnica a otros tumores?
Sí, en el tratamiento del cáncer de próstata, un tumor muy frecuente en hombres mayores. La prueba típica que se hace en los laboratorios es el antígeno prostático específico (PSA) que se mide en la sangre. Pero su elevación puede significar, o que tienes algo benigno, es decir, una próstata grande, o un cáncer. Para diferenciar cuál de las dos opciones es la correcta, ahora se puede hacer una segunda prueba que se basa en la metilación de un gen. Los pacientes que la tienen son los del cáncer de próstata y esos son los que deben ser tratados.