Un equipo liderado por el Centro de Astrobiología ha usado datos del telescopio VLT de Chile para estudiar la galaxia Teacup, situada a más de mil millones de años luz. El estudio muestra cómo los ‘supervientos’ generados por el agujero negro alteran la distribución de elementos pesados a gran escala.
Sigue tu propio camino, que no te venza el fracaso e intenta reír cada día. Son algunos de los consejos que ofrece David MacMillan, Nobel de Química en 2021 investido recientemente doctor honoris causa en la Universidad Ramon Llull, en Barcelona.
Especializado en química supramolecular y nanotecnología, el científico se enorgullece de lo que su equipo avanzó en la síntesis de moléculas que podrían desplazarse como un minirrobot a través de nuestro torrente sanguíneo, pero cree que aún están lejos las posibilidades de encontrarles aplicaciones. Para conseguir esos avances en clínica médica es necesario estudiar mejor los componentes que no resulten tóxicos para nuestro organismo, sostiene.
Los científicos Moungi G. Bawendi, Louis E. Brus y Alexei I. Ekimov, que actualmente trabajan en EE UU, han recibido el galardón por desarrollar pequeñísimos componentes de nanotecnología: coloridos cristales formados por unos pocos miles de átomos. Entre sus muchas aplicaciones, difunden su luz en televisores y lámparas LED, además de guiar a los cirujanos para extirpar los tumores.
Entre los galardonados, se encuentran el virólogo Luis Enjuanes, del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, y el físico Ángel Rubio Secade, del Instituto Max Planck Gesellschaft en Hamburgo (Alemania).
La Oficina Europea de Patentes premia toda la trayectoria profesional de este investigador del Instituto de Tecnología Química, un centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia. Sus descubrimientos sobre catalizadores se utilizan en numerosas industrias, como la energética, la farmacéutica y la cosmética.
Un trabajo científico en el que participan investigadores del CSIC aporta nuevas claves sobre el papel de la huntingtina en la formación de agregados proteicos tóxicos en el cerebro de las personas que padecen esta enfermedad neurodegenerativa rara.
Ilustración Katsuko Saruhashi. / Curro Oñate
Los seres vivos emplean solo un puñado de elementos químicos, como carbono, oxígeno, hidrógeno o nitrógeno, pero la humanidad aumenta su demanda de otros mucho más escasos, como oro, cobre, níquel o las escasísimas tierras raras. Esta creciente divergencia conlleva riesgos ambientales, socioeconómicos y geopolíticos, según un nuevo estudio.
Ilustración de Dorotea Barnés, pionera de la química en España. / Curro Oñate