Este coloso, denominado Lokiceratops rangiformis, medía unos 6,7 metros de largo y pesaba cerca de 5 toneladas. Pertenece a los ceratópsidos, un grupo que evolucionó hace unos 92 millones de años, y es una de las especies con cornamenta más grande y ornamentada jamás encontrada.
Lo han logrado en seis especies de primates que revelan una enorme variación en el cromosoma Y, además de nuevos conocimientos sobre la evolución humana, enfermedades o la genética para la conservación de simios en peligro de extinción.
Un nuevo estudio indica que esta capacidad de los seres vivos de producir luz mediante reacciones químicas surgió en un grupo de invertebrados marinos, llamados octocorales. Los resultados retrasan en casi 300 millones de años el récord anterior de la aparición más antigua de este rasgo luminoso en animales.
El vuelo de los insectos, el camuflaje de los pulpos y la cognición humana son tres ejemplos de innovación evolutiva que se basaron, en parte, en eventos de duplicación de genes hace cientos de millones de años.
Un equipo internacional, liderado por un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, ha descubierto en linajes de Escherichia coli que la proporción global de mutaciones letales, perjudiciales y neutrales se mantiene prácticamente constante a lo largo de la evolución.
El nombre del género hace referencia a la ciudad de Madrid (fundada como Magerit) seguido de felis (“gato” en latín) y el de la especie, al paleontólogo francés Stéphane Peigné que colaboró en su descripción, liderada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los fósiles de hace más de 15 millones de años de este felino se encontraron bajo la estación de Príncipe Pío de la capital.
Cuando todavía existían los dinosaurios, los antepasados de los primates vivían habitualmente en parejas. Expertos del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia sostienen que solo el 15 % de ellos optó por un estilo de vida solitario, lo que cuestiona la hipótesis hasta ahora aceptada de que en aquella época vivían solos.
Mirar al pasado y ver qué nos diferencia de nuestros parientes más próximos nos ha ayudado a entender al ser humano y sus características actuales. Juan Ignacio Pérez Iglesias ha publicado recientemente el libro Primates al Este del Edén, con una nueva perspectiva: nuestra estrategia de vida “prudente” nos convirtió en una especie exitosa.
Cuando anidan, estos animales tienen períodos de sueño de más de once horas al día, pero no todos a la vez. Además, se quedan dormidos en miles de ocasiones, pero solo durante unos cuatro segundos, para poder mantener la vigilancia sobre sus nidos.
Un estudio del CSIC muestra que durante la evolución tanto los genes únicos como las redes genéticas de un órgano se pueden reutilizar en otro con una función diferente.