Hace seis años el módulo Philae de la sonda Rosetta tuvo un accidentado aterrizaje en el cometa 67P. No logró anclarse bien en el lugar programado y tras un sobrevuelo acabó en el fondo de un barranco. Pero poco antes, tuvo un breve segundo aterrizaje en una zona que recuerda a un cráneo humano con sombrero, donde dejó su huella en un hielo con miles de millones años. Lo cuenta ahora la Agencia Espacial Europea.
Investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC han mostrado por primera vez los rasgos de las partículas que forman el núcleo de un cometa: motas de polvo porosas y de pocos milímetros. Para realizar el estudio se han comparado análogos de polvo cósmico con datos reales captados en el cometa 67P por la sonda Rosetta.
La detección de clorometano en el espacio decepciona a los astrobiólogos
El cometa 67P retratado en 210 imágenes por Rosetta
La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europa ha impactado hoy contra el cometa 67P y hasta el último momento no dejado de recoger datos y fotografías que ayudarán a los científicos a conocer mejor los orígenes de nuestro sistema solar y de la propia vida. La primera misión espacial de la historia en alcanzar un cometa, escoltarlo en su viaje alrededor del Sol y lanzar un módulo de aterrizaje sobre su superficie toca a su fin.
A menos de un mes de finalizar su misión, la cámara de alta resolución de Rosetta ha descubierto el módulo de aterrizaje Philae, encajado en una oscura grieta del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. En noviembre de 2014 el aterrizador rebotó contra la superficie del cometa y se perdió, después de una llegada tan emocionante como accidentada.
La sonda Rosetta ha revelado la presencia de agua helada en la superficie del cometa 67P (señalada en la imagen por las flechas amarilla y blanca), en una zona llamada Imhotep. / Rosetta NAVCAM / ESA
Justo hace un año la sonda Philae ejecutó su histórico y accidentado aterrizaje sobre el cometa 67P, tras desprenderse de la nave Rosetta. Desde entonces, los científicos de la misión han tratado de restablecer la comunicación con el aterrizador. No han perdido la esperanza, pero tendrán que conseguirlo antes de que Rosetta, que actúa de intermediaria, impacte contra el cometa el año que viene.