Una investigación relaciona el declive en las poblaciones de estos pájaros durante las últimas décadas con el retroceso del hielo marino. El trabajo aporta una de las pocas evidencias empíricas sobre cómo el deshielo repercute en la dinámica poblacional de los grandes depredadores del Ártico.
Un nuevo trabajo demuestra que en la atmósfera de la Antártida se forman partículas procedentes de los gases liberados por los microorganismos que habitan el hielo marino y las aguas que lo rodean. El deshielo aumenta estas partículas que favorecen la formación de nubes, lo que puede ayudar a reducir la radiación solar que recibe la región.
En los últimos 20 años, los glaciares han perdido de media un total de 267 gigatoneladas de hielo cada año, según las observaciones realizadas en más de 200.000 de ellos. Los resultados, que se incluirán en el próximo informe del IPCC, muestran que este deshielo es la causa del 21 % del aumento observado en el nivel del mar desde el año 2000.
Acostumbrado a publicar sus avances sobre el deshielo del Ártico en publicaciones científicas, el glaciólogo acaba de presentar su primer ensayo Hielo. Viaje por el continente que desaparece. En él, ciencia y aventura se combinan para alertar sobre los efectos que el cambio climático ya está provocando en Groenlandia.
Una alianza entre National Geographic y Rolex ha permitido llevar a cabo la investigación más importante realizada hasta la fecha en la montaña más alta del planeta, el monte Everest. Allí, un equipo multidisciplinar, formado por 34 expertos, ha recabado datos que evidencian cómo la acción humana está deteriorando el entorno del Himalaya en Asia.
La pérdida de hielo en Groenlandia durante el siglo XXI será mayor que en cualquier otro momento de los últimos 12.000 años, según nuevas simulaciones. De seguir con la tendencia actual de emisiones de CO2, la disminución de masa en 2100 será cuatro veces mayor que en los últimos milenios, lo que revertirá 4.000 años de formación de hielo.
Un estudio indica que la reducción de las banquisas árticas fue tres veces mayor en verano de 2018 que hace 40 años, derritiéndose a un ritmo del 12,8% cada década. El trabajo conecta este deshielo con fenómenos climáticos como El Niño que se perciben en las zonas tropicales.
Debido a los eventos extremos de fusión que afectan al Ártico, se están formando enormes placas heladas de varios metros de espesor que impiden la filtración del agua a través de la nieve porosa. Como consecuencia, ese caudal procedente del deshielo acaba en el océano, aumentando su nivel aún más de lo esperado.
En Groenlandia, Alaska, la Antártida y otras zonas del mundo, los glaciares marinos –aquellos que terminan en el mar– están en constante movimiento. Un nuevo método ha logrado medir por primera vez de forma directa la fusión submarina de estas masas y revela que se produce más rápido de lo que se pensaba.