El accidente de la mina de Aznalcóllar que hace más de 11 años contaminó parte del Parque Nacional de Doñana minó también el hábitat de los reptiles. Ahora un equipo de investigadores españoles, que ha analizado la comunidad de reptiles desde el año 2000, ha demostrado con la instalación de refugios artificiales que la desaparición de los refugios naturales redujo gravemente la población de lagartos y serpientes.
Once años después de la ruptura de la mina de pirita de Aznalcóllar, en el norte del Parque Nacional de Doñana (Huelva), la contaminación derivada del vertido parece superada. Sin embargo, investigadores españoles han evaluado la calidad ambiental del entorno del Parque con cangrejos de río como bioindicadores. Esta metodología, pionera en el mundo, demuestra que los contaminantes procedentes de la agricultura intensiva que se desarrolla cerca del Parque son la principal amenaza en esta Reserva de la Biosfera y afectan ya a los arrozales de la Puebla del Río y del Matochal.
El riesgo existía y los científicos avisaron hasta seis meses antes. El 25 de abril de 1998 se produjo la mayor catástrofe ambiental de España: la ruptura de la balsa de la mina de pirita de Aznalcóllar que contaminó el corredor del río Guadiamar y llegó a las puertas del Parque Nacional de Doñana. Una década después del vertido, los niveles de contaminación son bajos gracias a los esfuerzos que, en su día, realizaron los investigadores, pero todavía no existen protocolos de actuación con asesoramiento científico para que las instituciones actúen en caso de crisis.
Diez años del vertido de Aznalcóllar (I)