José María Alameda Maestro coordina el grupo de investigación de láminas delgadas y nanoestructuras magnéticas ordenadas de la Universidad de Oviedo. Su amplia experiencia no le resta empuje para nuevas aventuras: este mes ha organizado en la capital asturiana la novena edición del Congreso Tendencias en Nanotecnología, al que han acudido más de 300 congresistas de veinte países. Con la conversación ágil de quien está acostumbrado a la reflexión, Alameda valora el rumbo de la investigación en nanotecnología y ofrece algunas claves para mejorar la innovación de las empresas españolas.
José María Alameda Maestro. Fotografía: FICYT
La máquina más compleja jamás construida acaba de arrancar cerca de Ginebra. Es el LHC, el Gran Colisionador de Hadrones. Entre la aportación española, investigadores de la Universidad de Oviedo y empresas asturianas han invertido largas horas de trabajo en este flamante equipamiento del CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas). Junto a ellos, diez mil investigadores de todo el mundo dirigen ahora su atención hacia el acelerador de partículas que permitirá observar la materia como nunca antes y que desvelará nuevas claves sobre el universo y sus fuerzas fundamentales.
La máquina más compleja jamás construida acaba de arrancar cerca de Ginebra. Es el LHC, el Gran Colisionador de Hadrones. Entre la aportación española, investigadores de la Universidad de Oviedo y empresas asturianas han invertido largas horas de trabajo en este flamante equipamiento del CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas). Junto a ellos, diez mil investigadores de todo el mundo dirigen ahora su atención hacia el acelerador de partículas que permitirá observar la materia como nunca antes y que desvelará nuevas claves sobre el universo y sus fuerzas fundamentales.
De derecha a izquierda, el profesor Javier Cuevas y los investigadores Patricia Lobelle e Isidro González en el Departamento de Física de la Universidad de Oviedo, desde donde siguieron el arranque del LHC.
Reducir el número de inyecciones que necesitan los pacientes afectados por diabetes tipo II para controlar la glucosa es una de las metas del grupo de Espectrometría Analítica y de Masas de la Universidad de Oviedo. Para alcanzar tal fin, el trabajo de estos investigadores se centra en el estudio de algunos compuestos de vanadio que tienen efectos insulo-miméticos, es decir, que potencian la insulina.
Los pacientes de Parkinson, además de tener problemas de movimiento, manifiestan dificultades con algunas palabras. Y ello puede traducirse en nuevas terapias para enfermedades que afectan al movimiento. Para llegar a esta conclusión, los investigadores del Grupo de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Oviedo han utilizado, entre otras técnicas, la estimulación magnética transcraneal, una forma novedosa de exploración del cerebro.
Bajo los zapatos florecen microorganismos que son el origen de nuevos compuestos contra el cáncer. Los actinomicetos, un tipo de bacterias que viven en el suelo, concentran buena parte del trabajo del grupo de investigación de la Universidad de Oviedo que dirigen José Antonio Salas, catedrático de Microbiología y Carmen Méndez, profesora titular de la misma materia. Estas bacterias producen varios tipos de compuestos antitumorales que los investigadores modifican con un doble objetivo: obtener efectos más potentes contra las células cancerosas y reducir al máximo sus posibles efectos secundarios. Aunque aún quedan años de trabajo hasta su posible aplicación en humanos, los primeros ensayos arrojan interesantes resultados.
Antes de que aparezcan los primeros síntomas clínicos del alzheimer, el lenguaje lo delata. En este conocimiento se basa una parte del trabajo de los investigadores que dirige Fernando Cuetos, catedrático de Psicología en la Universidad de Oviedo y Presidente de la Sociedad Española de Psicología Experimental. “Éste es un enfoque muy nuevo en la aproximación al estudio del alzheimer”, explica Fernando Cuetos.