La pandemia pospuso a este verano de 2021 los JJ. OO. de Tokio, previstos en 2020. Mañana comienza uno de los acontecimientos más caros y seguidos del mundo, pero no por ello más sostenibles. Después de diez años estudiándolos, el profesor de Geografía Martin Müller señala que estos megaeventos podrían convertirse en motores de cambio hacia una transición sostenible, pero aún no lo son.
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río 2016 son los primeros de la historia que han contado con un equipo dedicado exclusivamente al cuidado de la fauna que vive cerca de las instalaciones olímpicas, tanto perros y gatos bautizados con nombres de atletas, como animales silvestres. Capibaras, caimanes, boas, monos capuchinos y perezosos han compartido las pistas con los deportistas de élite.
El pasado 2 de marzo, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunciaba la eliminación del casco en el boxeo para los Juegos de Río 2016 en categoría masculina. La decisión se apoyaba en estudios presentados por la Federación Internacional de Boxeo Aficionado, que desde finales de 2013 había suprimido los protectores en sus combates. Sin embargo, una corriente de médicos, investigadores y profesionales ligados al boxeo se muestran críticos con esta decisión.
A partir del 5 de agosto Brasil, el país más afectado por el zika, acogerá los juegos olímpicos a pesar de meses de críticas y dudas. Los expertos en salud pública advierten a las delegaciones deportivas y al medio millón de personas que viajarán al país latinoamericano que el riesgo de infección por virus del Zika es 15 veces menor que por el dengue.
El portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, José Antonio Pérez Molina, señala que en España las probabilidades de detectar casos endémicos de zika es muy bajo, y subraya que, en cuanto a las olimpiadas en Río, no es el momento ni es el lugar con más riesgo de transmisión.
Un estilo de vida paleolítico, con ejercicio suave diario, esfuerzos periódicos intensos, poco carbohidrato e hipoxia, ayudaría a los deportistas modernos a mejorar sus adaptaciones al entrenamiento y aumentar el rendimiento. Es la conclusión de un trabajo de revisión en la revista Sports Medicine.
Hace un año, durante los Juegos de Londres 2012, y en el periodo de preparación previa, científicos de varios centros, entre ellos la Universidad Ramón Llull, hicieron un seguimiento de las lesiones de los deportistas paralímpicos. Con su estudio, de aplicación clínica directa, esperan mejorar la prevención de lesiones en deportes de verano e invierno.
Imaginemos la siguiente situación. Finales de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Londres. Gana el jamaicano Usain Bolt. Hasta aquí nada insólito, salvo porque el corredor volvería a batir su propio récord, esta vez en 9,48 segundos. Según investigadores neozelandeses, esa sería su marca con un viento a favor de dos metros por segundo (velocidad máxima permitida) y a 999 metros de altitud. Seguramente, este récord tendrá que esperar porque la altitud de Londres es de 24 metros. Lo que está claro según los científicos es que las condiciones ambientales afectan, y mucho, al rendimiento deportivo.
A partir de los datos de los últimos cinco juegos olímpicos, una investigación de la Universidad del Oeste de Australia identifica a los atletas con asma e hiperreactividad de las vías respiratorias. Con una prevalencia de alrededor del 8%, son las dolencias crónicas más padecidas por los deportistas olímpicos y podrían estar relacionadas con el entrenamiento intensivo.
El Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (CEO–UAB), además de documentar eventos deportivos, colabora desde su fundación (1989) con el Comité Olímpico Internacional en redes sociales, difusión, legado de los Juegos y el denominado Movimiento Olímpico. Emilio Fernández Peña, su director, nos explica la repercusión mediática de unos juegos como los de Londres.