¿Cómo el clima terrestre puede afectar el espacial? El pasado septiembre, el Experimento de Ondas Atmosféricas de la NASA registró enormes oleadas en la atmósfera, producidas por el huracán Helene. Esta información es clave para entender cómo estos fenómenos pueden interrumpir satélites y otras tecnologías.
Al igual que los humanos cuando ocurre un desastre natural, los macacos Rhesus de la isla Cayo Santiago, en Puerto Rico, incrementaron su red social después la devastación provocada por el huracán María en 2017. Esta alteración generó más beneficios a los primates, sobre todo a los que eran más solitarios antes de la catástrofe.
Uno de los pájaros más raros del hemisferio occidental, el trepador cabecipardo o nuthatch de Bahamas, ha sido redescubierto por un equipo de científicos desplazados a la isla de Grand Bahama. Esta ave, protagonista de nuestro #Cienciaalobestia, se creía extinta después del paso del huracán Matthew en 2016.
El mundo entero es testigo de fenómenos extremos cada vez más dramáticos, como los huracanes que han arrasado el Caribe y Puerto Rico. La ciencia tiene una explicación. María José Sanz, directora del Basque Centre for Climate Change, recuerda que la crudeza que han cobrado estos eventos tiene que ver con la acción humana y el cambio climático: el agua del océano almacena más energía que antes.
El sismómetro instalado en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc en Huesca registró las ondas sísmicas generadas por la energía de las olas del huracán Sandy, que afectó a Nueva York en octubre de 2012, una vez que se transfirieron al fondo oceánico. Un científico español, que ha analizado el origen de las vibraciones captadas por el sensor, muestra cómo estos aparatos pueden detectar también las vibraciones provocadas por tormentas lejanas, crecidas de ríos o mareas terrestres, además de terremotos.
Primer plano del huracán en el polo norte de Saturno. / ESA-NASA
Tras 20 años recopilando información sobre tornados en España, un investigador de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) publica en Atmospheric Research un estudio realizado a partir de una base de datos con más de 1.000 tornados observados, en el que analiza los cambios espaciales y temporales de estos fenómenos. Los resultados demuestran que cada año los tornados azotan la geografía española.