Un equipo científico de Países Bajos y Reino Unido ha analizado datos de artefactos de Homo neanderthalensis y Homo sapiens procedentes de 17 yacimientos arqueológicos del suroeste, centro y área mediterránea de Francia y del norte de España. El modelo ha permitido afinar el periodo de coexistencia entre ambas especies.
La secuenciación de los genomas de los humanos más antiguos de Europa hallados en una cueva búlgara, así como los de una mujer en República Checa, confirman en dos estudios las estrechas interacciones de sus poblaciones. Los resultados reflejan lo tumultuosa que fue la historia temprana de los humanos modernos en Europa.
El hallazgo en una cueva búlgara de un molar y cuatro pequeños fragmentos óseos humanos, así como miles de huesos animales y un conjunto de piedras, herramientas y adornos de hueso, ratifican la presencia en Europa del Homo sapiens hace 45.000 años. Estos fósiles son la evidencia más antigua y directa de la llegada de los humanos modernos al continente.
Un equipo de investigación internacional, con participación española, ha reconstruido la forma del cerebro de los neandertales y lo ha comparado con la de los primeros Homo sapiens. Los resultados muestran que hubo diferencias en el tamaño de los cerebelos de ambas especies, lo que indica que los humanos modernos tenían mayor capacidad para procesar información que los neandertales. Esta pudo ser la causa que contribuyó a su misteriosa y rápida desaparición.
En sus primeras migraciones fuera de África, el Homo sapiens pasó también por Arabia Saudí antes de continuar su viaje. Así lo revela el hallazgo de un dedo fósil de unos 90.000 años que representa el hueso de humano moderno más antiguo descubierto fuera de África y el Corredor Levantino. El estudio sitúa además la península arábiga, que estaba cubierta por pastizales, en una posición clave para comprender nuestros orígenes y la expansión hacia el resto del mundo.
El cruce entre neandertales y humanos modernos sigue reflejándose en la actualidad en la expresión de nuestros genes. Un nuevo estudio confirma que las secuencias de ADN neandertal aún influyen en la activación o desactivación de los genes de humanos modernos. Los científicos señalan en particular un gen neandertal que contribuye a reducir el riesgo de esquizofrenia, pero que influye en la altura de las personas.
Investigadores estadounidenses han encontrado relaciones entre genes heredados de los neandertales y rasgos clínicos de los humanos actuales que afectan al sistema inmunitario, la piel, el cerebro y la salud reproductiva. Entre los hallazgos más sorprendentes, se ha desvelado que un trozo específico de ADN neandertal aumenta el riesgo de adicción a la nicotina y que algunas variantes influyen en la probabilidad de sufrir depresión.
Mediante imágenes de resonancia magnética, investigadores de EE UU han observado que la organización y el tamaño del cerebro en chimpancés depende más de los genes que en los humanos. El estudio da pistas para explicar la sorprendente capacidad de nuestra especie a la hora de adaptarse a distintos ambientes y culturas.
El análisis genético de la mandíbula de un humano moderno que vivió en Europa hace entre 37.000 y 42.000 años revela que entre el 6 y el 9,4% de su genoma procede de los neandertales, más que el de cualquier otro humano moderno secuenciado hasta la fecha. El hallazgo, publicado en Nature, confirma que este humano tuvo un pariente neandertal que vivió entre cuatro y seis generaciones previas, es decir unos 200 años antes.
Reconstrucción de neandertal realizada por el paleoartista Fabio Fogliazza, del Laboratorio de Paleontología del Museo de Historia Natural de Milán, que se basó en indicios del uso de plumas por parte de esta especie. / Museo de la Evolución Humana (Burgos). Junta de Castilla y León