Mediante imágenes de resonancia magnética, investigadores de EE UU han observado que la organización y el tamaño del cerebro en chimpancés depende más de los genes que en los humanos. El estudio da pistas para explicar la sorprendente capacidad de nuestra especie a la hora de adaptarse a distintos ambientes y culturas.
El cerebro humano es mucho más plástico que el de los chimpancés, lo que puede explicar una parte fundamental de la evolución de nuestra especie. Así lo demuestra un estudio liderado por la española Aida Gómez-Robles, con su equipo de científicos de la Universidad George Washington (EE UU).
El estudio, basado en imágenes de resonancia magnética estructural, es el primero en cuantificar la heredabilidad de la organización cerebral de los chimpancés en comparación con los humanos, y proporciona algunas pistas para explicar la sorprendente capacidad de nuestra especie a la hora de adaptarse a distintos ambientes y culturas.
“Hemos observado que nuestro cerebro es mucho más sensible a las influencias ambientales, y dicha propiedad anatómica facilita la adaptación a un ambiente en constante cambio, que incluye nuestro contexto social y cultural”, explica Aida Gómez-Robles.
Para llegar a esta conclusión, los autores han comparado 218 cerebros humanos y 206 cerebros de chimpancés con diferentes grados de parentesco en dos aspectos distintos: el tamaño y la organización cerebral en función de la similitud genética. Su estudio se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El tamaño cerebral está fuertemente condicionado por la similitud genética tanto en chimpancés como en humanos. Sin embargo, los hallazgos referidos a la organización cerebral difieren en ambas especies. En chimpancés, su organización es también altamente heredable y dependiente de factores genéticos, mientras que en humanos tiene un componente genético mucho más débil.
“Nuestras observaciones indican que la anatomía del cerebro en chimpancés depende más de los genes que la anatomía del cerebro humano, lo que sugiere que nuestro cerebro puede ser modelado extensivamente por el ambiente independientemente de su genética”, explica Gómez-Robles.
Los resultados de este trabajo plantean nuevas y fascinantes preguntas. ¿Es posible que otras especies de homínidos hayan tenido un nivel de plasticidad cerebral similar al de los humanos modernos? ¿Cómo puede haber afectado este aspecto a la capacidad de adaptación cultural de esas especies? ¿Cuáles son los mecanismos genéticos que facilitan una mayor interacción entre el cerebro y el ambiente? Estas son las cuestiones que los investigadores intentarán responder en el futuro.
Referencia bibliográfica:
“Relaxed genetic control of cortical organization in human brains compared with chimpanzees” PNAS 16 de noviembre de 2015
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