El registro de cánidos fósiles del norte de África es escaso, disperso y, por ello, poco conocido. Esto es particularmente cierto para el género Canis, solamente registrado en unos pocos yacimientos de Argelia y Marruecos. Ahora el mapa se amplía con el descubrimiento en Túnez de una nueva especie de perro de hace 700.000 años descendiente de los canes europeos localizados en Orce (Granada).
Al final del Pleistoceno se produjo un cambio en la cuenca mediterránea que llevó a sus habitantes a alimentarse con animales más pequeños, como los conejos. Estas variaciones en la dieta pudieron deberse a cambios ecológicos que afectaron a las comunidades de grandes mamíferos, reduciendo su población o incluso haciéndolas desaparecer. Esta es una de las conclusiones de un estudio en el que ha participado el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río 2016 son los primeros de la historia que han contado con un equipo dedicado exclusivamente al cuidado de la fauna que vive cerca de las instalaciones olímpicas, tanto perros y gatos bautizados con nombres de atletas, como animales silvestres. Capibaras, caimanes, boas, monos capuchinos y perezosos han compartido las pistas con los deportistas de élite.
En 2012, después de realizar una voladura en una cantera de Arrasate en Guipúzcoa, los operarios se percataron de la presencia de abundantes restos óseos y decidieron paralizar la explotación. Al año siguiente, junto con investigadores de la Universidad del País Vasco, se recuperaron en el nuevo yacimiento, bautizado como Artazu VII, fósiles de al menos 40 especies, como el león de las cavernas o el bisonte estepario, del Pleistoceno Superior, un momento crítico en la historia humana.
Al ritmo actual, dentro de 15 años nuestro planeta tendrá más kilómetros de carreteras asfaltadas que los que nos separan de Marte. Un nuevo método, propuesto por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de la Concordia University of Montreal (Canadá) podría aplicarse en países con ecosistemas menos fraccionados donde se prevé que aumente el número de infraestructuras
Fósil de un grupo de Fractofusus analizados en el estudio. / AG Liu
Los Proyectos Cero son programas de conservación de la biodiversidad para especies amenazadas que se iniciaron en el 2011 y, una vez finalizados, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha presentado sus resultados. Los cinco proyectos abarcan temáticas tan diversas como la secuenciación del genoma del lince ibérico, la biología de la planta más antigua de España, la viabilidad de una lapa en peligro de extinción o el hallazgo de un nuevo género de plantas ibérico.
Por primera vez un estudio ha calculado cuánto cuestan a los españoles los atropellos de fauna salvaje: la cifra asciende a 105 millones de euros al año, lo que supone casi 16 euros por persona. Los animales que más costes acarrean son los de caza, según la investigación de la Universidad Complutense de Madrid.
Entender cómo respondieron las comunidades animales a cambios climáticos en el pasado puede ayudar a prever cómo van a reaccionar en el futuro. Una investigación de la Universidad Complutense y el Museo de Ciencias Naturales (CSIC), que publica la revista Scientific Reports del grupo Nature, ha estudiado el registro fósil de los roedores de la península ibérica y Francia del Mioceno para determinar los cambios en el paisaje y en el clima asociados a la fauna.
Hace unos 58.000 años las poblaciones neandertales que vivieron en el Abric Romaní, en Capellades (Barcelona), un yacimiento clave para el estudio de esta especie, dejaron miles de vestigios arqueológicos durante sus estancias. Así se ha constatado durante la campaña de excavación que se ha efectuado este mes y que finaliza el día 24, dirigida por el arqueólogo Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social. Los resultados obtenidos avalan la capacidad de organización que tenían aquellas comunidades prehistóricas.