Mono-láminas de óxido de grafeno observadas mediante microscopia de transmisión electrónica (TEM). Foto: INCAR-CSIC.
El Grupo de Materiales Compuestos del INCAR-CSIC ha conseguido optimizar la síntesis de grafeno por vía química a partir del grafito. Los investigadores han obtenido un mayor grado de perfección que el logrado hasta ahora con dicha tecnología, una forma de producción especialmente adecuada para su uso industrial.
Láminas de grafeno obtenidas mediante reducción térmica orientadas al azar. Imagen de microscopia electrónica de barrido cedida por el INCAR-CSIC.
Alberto Castro en la Universidad de Tohoku (Japón). Foto: A. C.
Alberto Castro Muñiz trabaja a 106 Km de la central nuclear de Fukushima, concretamente en la Universidad de Tohoku, en Sendai. Allí este joven asturiano y doctor en Física contribuye a diseñar materiales nanoestructurados que se utilizarán en pequeñas celdas biológicas de combustible, con el fin de que puedan extraer energía eléctrica partir de los fluidos corporales y hacer funcionar con ella dispositivos implantables como los marcapasos. A escasas semanas de cumplirse un año del desastre nuclear, la creación científica se empeña en proyectarse hacia el futuro en un entorno marcado por la imprevisibilidad de la naturaleza.
Dos jóvenes investigadores en el Instituto Nacional del Carbón (INCAR-CSIC), Roberto Rodríguez Gil y Noelia Vega Aguirre, han recogido el primer y segundo premio, respectivamente, en la Primera Conferencia Nacional sobre Avances en el Reciclado de Materiales y Eco-energía, RECIMAT’09. El reconocimiento premia la presentación de sendos trabajos científicos en forma de póster entre otros 35 trabajos nacionales.
Si se quema un árbol o residuos forestales para obtener energía, en teoría no se está generando CO2, aunque sí se esté produciendo como resultado de la combustión. Esta extraña afirmación se explica porque el árbol ha absorbido en su vida reciente el CO2 que libera al consumirse. Pero esta combustión produce otros residuos sólidos (cenizas volantes) que no tienen aún utilidad. Investigadores del INCAR-CSIC están desarrollando una metodología para darles un fin rentable.
Reducir el consumo de energía para el transporte, abandonar la dependencia de los combustibles fósiles y conseguir que el balance de emisiones de CO2 de los vehículos sea igual a cero. Éstos son los objetivos que guían el trabajo de los investigadores que dirige Gregorio Marbán Calzón en el INCAR-CSIC con sede en Oviedo (Asturias). Buscan un catalizador (elemento que incorpora sustancias que facilitan la reacción química) que, a partir de agua y biometanol, permita generar hidrógeno, un gas no contaminante que a su vez se convierte en la electricidad que puede impulsar los coches hacia el futuro.
Imágenes de microscopía electrónica de barrido de la malla metálica limpia (Fig. A) y de la malla recubierta por las partículas de óxido de cobalto (Figs. B, C y D). Imagen cedida por Gregorio Marbán.