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Agencia Sinc

Un futuro para las cenizas

Si se quema un árbol o residuos forestales para obtener energía, en teoría no se está generando CO2, aunque sí se esté produciendo como resultado de la combustión. Esta extraña afirmación se explica porque el árbol ha absorbido en su vida reciente el CO2 que libera al consumirse. Pero esta combustión produce otros residuos sólidos (cenizas volantes) que no tienen aún utilidad. Investigadores del INCAR-CSIC están desarrollando una metodología para darles un fin rentable.

Enrique Fuente Alonso e Isabel Suarez Ruiz
Enrique Fuente Alonso e Isabel Suarez Ruiz (primero y quinta por la derecha), junto al resto de su equipo, en el INCAR-CSIC. Foto: FICYT

“Ninguna combustión industrial es perfecta, y por eso se acaban emitiendo inquemados, que contienen componentes perjudiciales para el medio ambiente”, explica Enrique Fuente Alonso, investigador del INCAR. Frente a este problema, su grupo de investigación está desarrollando una metodología para separar esta fracción que no ha sido quemada completamente. Y no se conforman separarlos, sino que además los vuelven útiles, por ejemplo para adsorber malos olores resultado de la actividad industrial. Una metodología que podría extenderse a cualquier proceso de combustión que origine cenizas volantes.

Más concretamente, los responsables de los malos olores en muchas actividades industriales son el sulfhídrico y sus derivados. Sobre ellos actúan los materiales obtenidos a partir de los inquemados de cenizas volantes de biomasa forestal, que desempeñan la función de adsorbentes/catalizadores. Un logro en el que ha sido fundamental el trabajo de la joven investigadora predoctoral Rebeca Pérez Girón y la colaboración de Isabel Suárez Ruiz, investigadora del INCAR.

Suelos empobrecidos
Para separar los inquemados de las cenizas volantes entre las que se encuentran, la técnica puede ser tan sencilla como la utilización de una serie de tamices. ¿Pero qué pasa con el resto de las cenizas volantes, que aunque no tóxicas, pueden llegar a ser nocivas si se respiran debido a su pequeño tamaño?

Fuente Alonso no duda al responder: “después de eliminar los inquemados, las cenizas volantes pueden utilizarse para enmendar suelos ácidos y empobrecidos como resultado del cultivo de eucaliptos, por ejemplo. Sería necesario abordar aquí una nueva línea de I+D, que incluiría estudiar procesos de peletización [aumento de tamaño] para fijar esas cenizas volantes en el suelo”. Un trabajo que comenzará tan pronto como disponga de apoyo y financiación, afirma el investigador.

El proyecto de investigación concertada que ha dado lugar a estos resultados está a punto de finalizar y ha recibido 120.000 euros del PCTI del Principado entre 2007 y 2009 junto con la aportación de 18.000 euros por parte de la empresa ENCE-Navia. Parte de los resultados se presentarán en noviembre en Recimat09, la primera Conferencia Nacional sobre Avances en el Reciclado de Materiales y Eco-energía.

A través de este proyecto, los investigadores del INCAR han entablado una estrecha colaboración con la empresa ENCE-Navia. Este caso ofrece un ejemplo de simbiosis entre rentabilidad y medio ambiente: lo que se quema son las cortezas de los árboles que proporcionan la materia prima para fabricar papel, que de otra manera se habrían convertido en desechos. Y con esta combustión la empresa obtiene energía eléctrica no sólo para autoabastecerse, sino que puede incluso vender una parte.

Después de la generación de energía, las cortezas originan un residuo sólido final formado por cenizas e inquemados que, con el tratamiento que propone el grupo que coordina Fuente Alonso en el INCAR permitirían, por una parte, adsorber los malos olores que genera la papelera; y por otra, enmendar la acidificación del suelo que produce el cultivo de eucaliptos con los que ENCE-Navia fábrica la pasta de papel.

A comienzos de 2009 se ha inaugurado un nuevo combustor de lecho fluidizado en la planta de ENCE-Navia que multiplicará por diez el volumen de generación de residuos sólidos respecto al anterior combustor. Por ello es necesario adaptar el sistema desarrollado por los investigadores del INCAR al nuevo equipamiento. Pero bajo el cambio brilla, una vez más, la oportunidad: existen pocos combustores de biomasa forestal de lecho fluidizado en Europa. Por eso, explican los investigadores, continuar esta línea con el nuevo combustor supondría situarse en una posición privilegiada a escala internacional.

“Cóctel” de residuos
La dirección de la I+D+i en el campo de la energía y la gestión de residuos industriales ya no se centra tanto en el conocimiento de los recursos naturales, cada vez más escasos y costosos. “La tendencia actual es el desarrollo de metodologías de utilización y valorización de todo tipo de residuos. Por ejemplo, mezclar distintos tipos permite reutilizarlos mejor, aumentar su valor y lograr una mayor sostenibilidad”, explica Isabel Suárez Ruiz. Las mezclas de residuos es una línea en la que están empezando a trabajar los investigadores del INCAR y en la que vuelcan la experiencia que han obtenido a través de distintos proyectos de investigación y que ha dado lugar a diversas publicaciones en revistas científicas.

Por el momento, la valorización de residuos ha llevado a los investigadores a colaborar con investigadores de la Universidad de Girona para dar una utilidad a los lodos de depuradora. También con dicha Universidad y junto con el Centro Tecnológico AIICA, trabajan para dar una nueva vida a los residuos de la industria de curtición. Otra de sus materias primas, ésta más reciente, es lo que queda de las pepitas de la uva después de haber obtenido de ellas taninos (utilizados para curtir el cuero). ¿Qué comparten madera, lodos, piel curtida y pepitas? Fuente Alonso lo resume así: “podemos trabajar sobre cualquier residuo que contenga carbono”.

Fuente: FICYT
Derechos: Creative Commons
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