De 2010 a 2012, unos 100.000 elefantes africanos han muerto a manos de cazadores furtivos. Por el tamaño de sus colmillos son los ejemplares más grandes y viejos los primeros en caer, en la mayoría de los casos, hembras, al tratarse de sociedades matriarcales. Pero a pesar de la pérdida del 70% de individuos en Kenia, un equipo de científicos estadounidenses demuestra, tras 16 años de estudio, que las hijas toman el relevo de sus madres en los grupos de elefantes para reestructurarse y mantener sus lazos sociales.
El misterio de por qué los elefantes no desarrollan apenas cáncer, teniendo 100 veces más células que los humanos, parece tener respuesta. Un equipo científico de EE UU ha descubierto que estos animales tienen 38 copias modificadas adicionales (alelos) del gen que codifica la proteína p53 –que funciona como un inhibidor de tumores– en comparación con las personas, que solo cuentan con dos.
Científicos de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) han descubierto que los elefantes asiáticos nacidos en momentos en que sus madres experimentan altos niveles de estrés tienen significativamente menos descendencia durante su vida, a pesar de tener tasas más altas de reproducción a una edad temprana.
Un estudio de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) muestra cómo serían los patrones de diversidad de mamíferos en todo el mundo si no hubieran sufrido los impactos humanos del pasado y el presente. En este mundo sin Homo sapiens, Europa del norte no solo tendría lobos, osos o alces, sino también elefantes y rinocerontes.
Los conflictos armados de Siria, Ucrania o la República Democrática del Congo, entre otros países, suman cada día cientos de pérdidas humanas de civiles. A ellos se unen los animales salvajes, que se convierten en víctimas silenciosas de unas guerras en las que no han elegido bando. El ibis eremita en Siria o el elefante africano, amenazado por el comercio del marfil, quizá sean las últimas especies que causen baja.
Una cría de elefante queda huérfana tras la muerte de su madre. Cada año, 50.000 elefantes mueren en África por el comercio ilegal de marfil. / Shivani Bhalia (Save the Elephants)
Investigadores de la Universidad de Washington (EE UU), en colaboración con la INTERPOL, han analizado el ADN de 14 toneladas de colmillos de elefante incautados desde 1996 para rastrear su procedencia. Los resultados indican que, en la última década, la caza furtiva se ha concentrado en dos zonas de África: la sabana que se extiende entre Tanzania y Mozambique, y la selva protegida que atraviesa Gabón, República del Congo, Camerún y República Centroafricana.