Sri Lanka destruyó ayer 359 colmillos de elefante africano, más de una tonelada y media, valorados en cerca de 2,7 millones de dólares en el mercado negro de marfil para dar ejemplo en la lucha contra la caza ilegal y el contrabando de animales, en coincidencia con el Día Internacional de Fronteras. "Es un acontecimiento importante", declaró en Colombo el secretario general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Salvajes de Fauna y Flora (CITES), John E. Scanlon, al señalar que hay "esfuerzos colectivos globales en marcha para combatir el comercio ilegal de vida salvaje". La destrucción de estos 1.529 kilos de marfil pretende llamar la atención "local, nacional y global sobre el comercio devastador e ilegal de marfil y la determinación de Sri Lanka y la comunidad global de acabar con él", subrayó en su intervención en el acto el responsable del secretariado de CITES.
El marfil fue triturado en una explanada frente al mar en Colombo antes de ser incinerado en una fábrica de cemento a las afueras, tras una ceremonia budista de bendición para los elefantes sacrificados a la que también asistieron representantes de otras religiones con presencia en la isla asiática.