Estos ecosistemas costeros están en riesgo por el calentamiento global. Su función es esencial para sistemas insulares, ya que reducen la energía de las olas, protegen las costas y proporcionan hábitats a distintas especies.
Los picos de mortalidad durante las olas de calor son cada vez más frecuentes y acabarán siendo habituales en el futuro. Así lo revela un análisis probabilístico realizado por investigadores europeos, con datos de ciudades como París y Barcelona.
Los ecosistemas de agua dulce representan cerca de la mitad de las emisiones globales de metano. Un estudio, en el que participa el Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC, concluye que la cantidad de metano que sale de los ríos depende poco de la temperatura del agua y mucho, de las características del entorno. El trabajo ha sido publicado en la revista Nature.
El proyecto europeo FirEUrisk, en el que participa el CSIC, destaca la importancia de educar a la población en prevención y toma de decisiones para salvar vidas cuando las llamas se acercan. Las herramientas desarrolladas integran los factores de riesgo y la supresión del fuego, tomando en consideración las condiciones climáticas, pero también a las personas, infraestructuras e impactos socioeconómicos.
Algunos de ellos podrían perder hasta el 70 % de su medio para finales de siglo. Esta es la conclusión de una investigación en doce especies de peces altamente migratorios y con alto valor económico y ecológico como los tiburones, el atún o el pez espada.
En todo el mundo, la gente valora la naturaleza de formas diferentes y profundas que van más allá del uso económico de los recursos naturales. Sin embargo, esas formas diversas en las que las personas valoran el medioambiente no se reflejan adecuadamente en la toma de decisiones políticas y económicas. Esa infravaloración de la naturaleza es la base de la crisis ambiental a la que nos enfrentamos, según un estudio coordinado por el Centro Vasco de Cambio Climático.
¿En qué se parece el cambio climático actual y el de hace 56 millones de años, descubierto por Ellen Thomas y su colega James Zachos? Tal y como documentaron estos científicos, aquel episodio fue ocasionado por grandes emisiones de CO2 a la atmósfera. Otra similitud es que se trató de un calentamiento global que produjo largos periodos de sequía, seguidos de fuertes lluvias e inundaciones. “Lo mismo que ocurre y nos toca padecer ahora en todo el mundo”, dice Thomas.
Las altas temperaturas y la ausencia de agua provocan una vegetación más seca y una disminución del alimento para estos animales. Las actuales condiciones climáticas reducen la reproducción y supervivencia de la especie, que se aleja del interior de las zonas urbanas.
Los expertos de la agencia estadounidense alertan de que 2023 tiene de un 50 % a un 80 % de probabilidades para convertirse en el año más cálido jamás registrado y el 2024 podría ir en la misma dirección. Además, también señalan que los aumentos en las temperaturas de los océanos provocan más fenómenos meteorológicos extremos.
Un análisis epidemiológico liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona estima que murieron un 63 % más de mujeres que hombres por causas atribuibles a las altas temperaturas, con mayor incidencia en los países del Mediterráneo. La serie intensa de olas de calor arrojó valores que estuvieron por encima de la media durante todas las semanas del periodo estival, según el artículo publicado en Nature Medicine.