La catástrofe causa por este fenómeno meteorológico extremo nos ha atravesado, causando una conmoción y un profundísimo dolor colectivo: las pérdidas humanas, la angustia, el espanto, las pérdidas materiales, el futuro. Nos preguntamos: ¿cómo ha podido pasar esto en una sociedad desarrollada e hipercomunicada?
La intensidad de la ‘gota fría’ que provocó devastadoras inundaciones en el Levante y Sur de España está vinculada al calentamiento global. Esta es la principal conclusión de un informe publicado por el proyecto europeo Climameter.
El momento y la localización donde se generan las tormentas determina su intensidad. La devastación causada estos días tiene en la ciencia y en la ingeniería las herramientas necesarias para minimizarla. Hablamos con Félix Francés García, catedrático de ingeniería hidráulica de la Universidad Politécnica de Valencia y especialista en riesgo de inundación, sobre qué se puede hacer para disminuir su peligrosidad.
Hace 50 años, las DANA, que entonces se llamaban gotas frías, ocurrían entre tres y cuatro veces al año, esencialmente en noviembre. Hoy ocurren a lo largo de todo el año. ¿Por qué?
Hasta diez días más de promedio se espera que duren para fines de siglo estos fenómenos climáticos, respecto a lo que predecían los modelos. Como consecuencia, los riesgos asociados para las sociedades y los ecosistemas también pueden ser mayores.
El derretimiento del 90 % de este territorio en el último millón de años aumenta las predicciones de riesgo de catástrofe por la subida de nivel del mar. Restos de plantas, insectos y hongos del suelo hallados bajo tres kilómetros de hielo son pruebas inequívocas de este acontecimiento.
Estos ecosistemas son reserva de agua estratégica, sin embargo, para 2045 se reducirá su recarga un 11 % por el cambio climático, según los últimos planes hidrológicos.
Un equipo del Clínic Barcelona-IDIBAPS ha liderado un gran metaanálisis donde se relacionan las cada vez más altas temperaturas con un incremento de un 5 % en los casos de suicidio, un aumento que podría llegar al 7 % en 2050. Además, el trabajo vincula la exposición a disolventes o contaminantes con la demencia, deterioro cognitivo y algunos trastornos mentales.
Esta nueva investigación, liderada por el CSIC, se centra en el impacto de la infección junto al cambio climático en viñedos y zonas europeas protegidas con denominación de origen. Para ello, han evaluado los diferentes escenarios en los que se desarrolla la epidemia global de ‘Xylella fastidiosa’, que transmiten unos insectos conocidos como chicharras.
El sur de Europa tiende a verse más afectado por las enfermedades relacionadas con el calor, las que transmiten los mosquitos, la inseguridad alimentaria, la sequía y los incendios forestales. Así lo señala un estudio de The Lancet Countdown, dirigido desde el Barcelona Supercomputing Center, donde se apuntan mayores efectos en mujeres y en las comunidades más desfavorecidas.