Para restaurar el patrimonio cultural degradado, conviene conocer primero la causa del deterioro. Una nueva metodología analítica considera el material de origen y el producto en que se ha convertido con el tiempo para comprender su evolución. Su uso en Pompeya apunta al hombre como causa de muchos de los daños.
La química Maite Maguregui ha analizado la degradación del patrimonio histórico en ladrillos, morteros y murales; entre otros, los de dos viviendas de la antigua Pompeya. Con una metodología propia, la investigadora de la de la UPV/HU ha estudiado el deterioro de los materiales debido a la filtración de aguas, los gases ácidos atmosféricos y los microorganismos. Así observado la importancia de la intervención del ser humano en su degradación.
Diversidad de técnicas
Mediante técnicas espectroscópicas no invasivas se han caracterizado los compuestos originales y los productos de deterioro. Además, se han aplicado técnicas microdestructivas para cualtificar las sales solubles y modelos termodinámicos para poder comprender la evolución. La espectroscopía Raman y el perfilado de profundidad permiten determinar la distribución de los componentes.
Mediante estos análisis, se ha observado que el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno son unos de los mayores causantes del deterioro. Se encuentran en la industria, la automoción, la alimentación, etc. Por tanto, el hombre es responsable en gran medida de la degradación del patrimonio.
Maguregui ha concluido que los factores ambientales no atacan a los materiales de manera aislada, sino que un solo elemento se deteriora de diversas maneras. En Pompeya, el dióxido de azufre ha dañado la escayola y allí ha aparecido musgo. Puede haber un nexo entre estos dos fenómenos; de hecho, otros investigadores ya han mencionado con anterioridad que el yeso puede ser un buen nutriente para los microorganismos colonizadores. La sulfatación provocada por el dióxido de azufre en la escayola atraería a los microorganismos y por eso se acumularía el musgo.
Aceleración del proceso
Los datos recopilados con la nueva metodología permiten realizar suposiciones sobre la evolución y los mecanismos que han participado en cada caso. Pero, además, Maguregui lo ha verificado, reproduciendo el supuesto proceso de deterioro experimentalmente mediante técnicas diseñadas para acelerar la evolución.
En los murales de la casa Marcus Lucretius de Pompeya, las zonas que originalmente contenían hematites rojos están ennegrecidas, y en su lugar hay magnetita y sulfato de hierro (III) nonahidrato. Según la investigadora, ambos productos habrían aparecido por el dióxido de azufre, por lo tanto, el mural se habría ennegrecido a causa de la acción humana en el medio ambiente.
Referencia bibliográfica:
Maite Maguregui, Ulla Knuutinen, Irantzu Martínez-Arkarazo, Kepa Castro, Juan M. Madariaga. "Thermodynamic and Spectroscopic Speciation to Explain the Blackening Process of Hematite Formed by Atmospheric SO2 Impact: The Case of Marcus Lucretius House (Pompeii)". Anal. Chem., 2011, 83 (9), pp 3319–3326. DOI: 10.1021/ac1029192