El intercambio de aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo se interrumpió o, al menos, disminuyó sensiblemente hace algo menos de seis millones de años. Como consecuencia, en las costas mediterráneas se formaron grandes sedimentos de yeso por precipitación o incluso por la desecación total del mar, según algunas teorías. Ahora, una investigación de la Universidad de Salamanca revela que la acumulación de yeso también ocurrió en aguas profundas de alta mar, algo que no se creía posible.
Un estudio de la Universidad CEU San Pablo ha revelado que el yeso laminado no se comporta de manera estable en cualquier situación, tal y como se propone en el Código Técnico de la Edificación. Sus valores varían en función de la temperatura de los gases generados durante un incendio, llegando a alcanzar valores residuales una vez que se produce la fractura del material. Los investigadores proponen la adopción de valores variables para la conductividad térmica de este material.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han patentado unos paneles de yeso que almacenan energía térmica. Los edificios donde se instalen pueden reducir hasta un 40% su consumo energético.
Para restaurar el patrimonio cultural degradado, conviene conocer primero la causa del deterioro. Una nueva metodología analítica considera el material de origen y el producto en que se ha convertido con el tiempo para comprender su evolución. Su uso en Pompeya apunta al hombre como causa de muchos de los daños.
Se trata de un artículo sobre cómo se formaron los espectaculares cristales de yeso de la Cueva de los Cristales de Naica (México), y que ha sido recogido por el Anuario de Ciencia y Tecnología de la Editorial McGraw-Hill en su última edición. Esta publicación recoge los 135 artículos científicos internacionales sobre los progresos más significativos en ciencia y tecnología (geología, genética, astronomía, biomedicina, biología celular, climatología, etc) de interés para el conjunto de la sociedad.