Un equipo internacional de científicos demuestra por primera vez que la urbanización está cambiando el metabolismo de las comunidades de animales. El incremento de las temperaturas asociado a los entornos urbanos genera mayores costes para su fauna, que en la mayoría de los casos se vuelve cada vez más pequeña para sobrevivir. Para mariposas, polillas y saltamontes, el efecto es el contrario: su tamaño es cada vez mayor.
La temperatura en la Antártida bajó entre 1998 y 2014, pero se prevé que aumente 0,34 ºC por década hasta 2100. Estos cambios de temperatura en el continente helado afectan de manera rápida y drástica al desarrollo de los líquenes, según un estudio liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El trabajo revela que los líquenes antárticos reflejan el impacto de unos cambios térmicos complejos de los que se tienen pocos datos aún.
La península ibérica está experimentando una deriva climática con un incremento de temperaturas, del que no están exentos los sistemas montañosos. Un equipo de científicos ha analizado series climáticas regionales del Pirineo central de 1910 a 2013 –los registros de clima más extensos hasta la fecha para esta zona– y concluye que desde 1970 el aumento de las temperaturas se ha acelerado sobre todo en primavera y verano.
A las puertas del verano las temperaturas ya están aumentando y cada vez lo harán más. El año 2015, y el mes de julio en particular, ya batió todos los récords desde que se tienen registros. Las previsiones apuntan a un incremento de las olas de calor, unidas a una mortalidad que parece pasar desapercibida pero que se lleva cada verano más de mil vidas en España.
Coincidiendo con la celebración del Día de la Tierra, la Organización de Naciones Unidas vuelve a reunir hoy a la gran mayoría de los países que aprobaron el pasado 12 de diciembre el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático. En un acto en su sede en Nueva York, los representantes de 168 Estados firmarán el documento. Es el primer paso hacia su ratificación y posterior entrada en vigor en 2020.
Durante los últimos 40 años, el aumento de temperaturas ha mejorado las condiciones climáticas del 80% de los estadounidenses, sobre todo en los meses más fríos. En consecuencia, la mayor parte de la población no exige medidas para luchar contra el cambio climático. Pero las proyecciones climáticas prevén que a lo largo del siglo los veranos sean mucho más cálidos y extremos.
Un estudio de la Universitat de València ha demostrado que las placas solares fotovoltaicas, más allá de un elemento físico que acumula microorganismos del aire o del polvo, también pueden alojar comunidades microbianas ricas, activas y adaptadas, con una gran variedad de bacterias y hongos. El Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva ha constatado la alta resistencia de algunas bacterias y su capacidad de adaptarse y colonizar entornos extremos.
El mes de julio ha sido extremadamente cálido, con una temperatura media de 26,5 ºC, un valor dos grados y medio por encima de la media de este mes. Se trata del julio más cálido de la serie histórica y ha superado el valor máximo absoluto de temperatura media mensual, que se había registrado en agosto de 2003 con 26,2º C. En cuanto a las precipitaciones, se han registrado valores más cercanos a los habituales.
Según varios estudios, encargados de recoger la temperatura global, en los últimos quince años –coincidiendo con el inicio del siglo XXI–, el calentamiento del planeta se ha estabilizado. Este fenómeno es lo que se conoce como el hiato del clima. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere ahora que no existe una disminución apreciable en la tasa de calentamiento entre la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del nuevo siglo.