En Frankestein (1818) un hombre artificial se rebela contra su creador, pero tuvieron que transcurrir más de cien años para que, en 1921, el checoslovaco Karel Capek imaginara autómatas capaces de amenazar a la humanidad en R.U.R., la obra teatral del en la que se acuñó el término “robot”. Un siglo después, oscilamos entre el flechazo y el temor a las máquinas.
Inspirado en el pez caracol de la fosa de las Marianas, este robot chino ha sido capaz de nadar de forma autónoma y autopropulsada a casi 11.000 metros de profundidad. Aunque de momento sus funciones son muy limitadas, sus creadores creen que el diseño, flexible, blando y ligero, puede sentar las bases de la robótica submarina en condiciones extremas.
Ingenieros de la Universidad Carlos III de Madrid y otros socios europeos han desarrollado un robot subterráneo autónomo para realizar trabajos de perforación en las ciudades. Un georradar incorporado en un vehículo de superficie permite descubrir posibles obstáculos bajo tierra. El prototipo se ha probado con éxito en Madrid y Lennestadt (Alemania).
Instalada a bordo de escarabajos vivos, protagonistas del #Cienciaalobestia, una cámara inalámbrica y ultraligera permite capturar imágenes en primera persona del mundo de los insectos a muy pequeña escala. Esta tecnología, que logra grabar durante dos horas de forma continua, se podría aplicar para ampliar la visión en el campo de la navegación y la comunicación.
Un pequeño copépodo de apenas unos milímetros es capaz de generar pérdidas millonarias a la industria piscicultora. El noruego Esben Beck, un inventor autodidacta, ha desarrollado un robot que detecta el parásito sobre la piel de los peces y acaba con ellos.
Un equipo de científicos del Instituto de Tecnología de California ha descubierto cómo las abejas, protagonistas de nuestro #Cienciaalobestia, pueden surfear por el agua para moverse y poder volver a tierra cuando se quedan atrapadas.
Un equipo de investigadores ha desarrollado un dispositivo capaz de adaptarse a la marcha de su dueño, para así reducir el coste metabólico que conlleva la locomoción. Esta ventaja, equivalente a cargar con hasta 7 kg menos de peso, podría ser de gran ayuda para profesiones que implican una gran actividad física como trabajadores de equipos de rescate y militares.
Ingenieros de la Universidad Carlos III de Madrid han logrado que un robot llamado TEO se pueda comunicar en lengua de signos con personas sordas. Para ello, han combinado tecnologías de inteligencia artificial, redes neuronales y visión artificial.