La nueva vacuna de la farmacéutica estadounidense ha sido desarrollada para atacar el virus original de la covid-19 y la nueva variante ómicron.
La incidencia de covid-19 en nuestro país ha alcanzado cifras récord en la primera semana de este mes de julio, con 5.400 casos por cada 100.000 habitantes, como apunta el primer informe del Observatorio Complutense Anticipa-Covid-19 de Infecciones Emergentes.
La pandemia ha puesto a la ciencia en el centro de atención como no se había visto antes. La confianza de la ciudadanía en este ámbito ha sufrido altibajos, debido a la confusión generada por los continuos cambios en la información a medida que aprendíamos más sobre el coronavirus. Sin embargo, la credibilidad de la comunidad científica sigue siendo más alta que la de otros grupos e instituciones, comenta esta experta en investigación de la opinión pública.
Ambas agencias señalan que hacen esta recomendación debido a que se esta produciendo una nueva ola de covid-19 en Europa, con el consiguiente aumento de los ingresos en hospitales y en las UCI.
Un nuevo estudio revela que poblaciones con poca vegetación y alejadas de los centros neurálgicos son un foco para la eclosión de enfermedades transmisibles entre especies, como es el caso de la covid-19 o la más reciente viruela del mono. Solo ocho de veintisiete estados brasileños presentan un riesgo bajo de propiciar nuevos brotes.
Las redes sociales han jugado un papel crucial durante la crisis por la covid-19. Mientras que en ellas algunos científicos y científicas han divulgado su trabajo, otros perfiles las han aprovechado en beneficio propio, generando desinformación y crispación. Los debates en abierto deberían ser útiles, pero las dinámicas polarizadoras de las redes pueden socavar la confianza del público hacia la ciencia.
Nuevas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud muestran que el total de muertes asociadas directa o indirectamente con la pandemia entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021 fue de aproximadamente 14,9 millones, un número que supera con creces las cifras oficiales de todos los países.
Desde hace una semana el tapabocas ya no nos acompaña, salvo excepciones, en interiores. Su uso prolongado en los más de dos años de pandemia lo ha convertido en más que un elemento de protección frente al virus: también ha adquirido una función estética y simbólica. Ahora que ya no es obligatoria, muchas personas se resisten a abandonar a nuestra compañera pandémica.
Depresión, ansiedad, trastornos graves de la personalidad o el doble de riesgo de intentos de suicidio son algunas de las consecuencias del maltrato infantil en la edad adulta. Los profesionales insisten en la importancia de visibilizar estas conductas y optimizar el acceso a tratamientos psicológicos especializados.
Una investigación reciente publicada por investigadoras de la Universidad Carlos III de Madrid muestra que los individuos perciben menos el riesgo de infección por covid-19 y adoptan menos conductas de protección de la salud cuando asocian el riesgo con amigos cercanos, un fenómeno denominado "efecto amigo-escudo".