“Podemos alimentar a la población presente y a la futura de forma sostenible, aunque para ello debemos cambiar muchas cosas”, afirma Louise Fresco. La especialista en sostenibilidad cuenta cómo hay que aceptar que cometemos errores y que es una discusión abierta, como todos los productos químicos de los que se ha abusado, pero que ahora se está corrigiendo.
Los hospitales Clínic y Bellvitge, en Barcelona, son pioneros en utilizar este tratamiento para curar infecciones recurrentes por la bacteria C. difficile, del que se investiga su uso en enfermedades neurológicas, metabólicas e incluso cáncer. Acaban de abrir el primer banco de microbiota intestinal público de España.
Abraham Lincoln tenía síndrome de Marfan; Albert Einstein, asperger; Brad Pitt sufre de prosopagnosia y el compositor Chopin tuvo fibrosis quística; Jordi Évole, cataplexia; Goya, síndrome de Susac; y Rafa Nadal, síndrome de Müller-Weiss. Existen alrededor de unas 7.000 enfermedades raras. El investigador del CSIC Lluís Montoliu ahonda en esta problemática en el libro: “¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?”.
Compramos un 60 % más de ropa que hace una década, aunque, paradójicamente, la llevamos puesta menos que nunca, ya que la tiramos cuando la hemos usado menos de 10 veces. Solo el 1 % se recicla y el resto se convierte en residuos contaminantes como los microplásticos.
Las consecuencias de la crisis climática para nuestra salud son reales: existe una relación directa con las pandemias y un previsible aumento de ciertos tipos de cáncer. Lo cuenta el científico Juan Fueyo en su libro Blues para un planeta azul, donde advierte que estamos ante el último desafío de la civilización para evitar el abismo del calentamiento global.
La microbiota intestinal, formada por billones de seres microscópicos que albergamos en el colon, es capaz de alterar nuestro estado de ánimo e, incluso, nuestra salud mental. Ofrecemos un extracto de La ciencia de la microbiota, un libro en el que la periodista de ciencia Cristina Sáez, junto con la Fundación Alícia, explora el conocimiento sobre esta comunidad microscópica y cómo cuidarla con la alimentación.
La periodista de ciencia muestra en su libro cómo el sector académico, con estructuras muy jerarquizadas, no es ajeno a los problemas de acoso que afectan a otros entornos laborales. Las víctimas suelen ser mujeres en situaciones de precariedad laboral, en la que su continuidad depende de su jefe.
El mayor estudio realizado hasta el momento, con datos de más de 2.000 revistas y cinco millones de autores, concluye que las investigadoras tuvieron menos oportunidades para realizar trabajos y publicarlos que sus compañeros a comienzos de la pandemia. El trabajo alerta de las consecuencias a largo plazo sobre la carrera de las científicas.
Abusos, comportamientos sexistas, discriminación o comentarios de menosprecio perjudican la carrera de las investigadoras y hacen que muchas abandonen. El problema no es nuevo. Sin embargo, en los últimos años, las denuncias de acoso sexual de científicas y académicas se están tomando en serio.
En 2001 se publicaron dos artículos, en Science y en Nature, que marcaron un hito en la historia de la humanidad. En ellos se presentaba el primer borrador del código en el que están escritas las instrucciones de la vida. Su consecución revolucionó nuestra comprensión de la biología y ha permitido avances importantes en ámbitos de la medicina como el cáncer. El bioinformático Roderic Guigó y su entonces estudiante de doctorado Josep Abril fueron los únicos españoles que participaron en el proyecto.