Millones de niños y niñas podrían caer en una espiral de malnutrición como consecuencia de todo lo que ha supuesto la covid-19, según prevé un estudio publicado en Nature Food. Sus datos revelan también cómo cada vez más personas se acuestan con hambre, lo que empeora el impacto de la epidemia y prolonga la recuperación.
Bronquitis, neumonía, enfermedades circulatorias, cáncer, párkinson, alzhéimer, paludismo, malnutrición y partos prematuros están relacionados con el cambio climático. En España se acaban de publicar los efectos en la salud de las centrales térmicas de carbón, un combustible fósil que produce cambios en una atmósfera que nos asfixia, sobre todo en las grandes ciudades.
Las metas de desarrollo en salud y escolarización infantil no se están cumpliendo en el continente africano, pero hay regiones que están aún peor que otras. Con los datos del crecimiento y los logros educativos de niños y niñas en miles de aldeas, un equipo científico ha creado un atlas que detalla las desigualdades dentro de 51 países. Los resultados se publican en la revista Nature, donde Kofi Annan alerta de que los peor parados son las víctimas de guerras y desastres climáticos. La brecha de género también persiste.
Riesgo de infecciones y carencia de glóbulos blancos son algunos de efectos de una mala alimentación. Investigadores británicos aseguran que, incluso cuando se recupera una dieta saludable, las deficiencias se mantienen durante toda la vida y se transmiten a la descendencia a través de marcas epigenéticas en el ADN.
Un estudio, publicado en Scientific Reports, se centra en la diversidad zoológica y la nutrición humana en los bosques de África, y vincula la malnutrición de los humanos con la sobreexplotación de carne silvestre en las selvas tropicales. Según los investigadores de la Universidad de Málaga (UMA), el uso racional de los recursos cinegéticos en estas zonas ayuda a garantizar la salud alimentaria de las personas.
El premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo ha sido concedido a la ONG Helen Keller International (HKI) por sus programas agrícolas para desarrollar cultivos familiares o comunales orientados a la lucha contra la malnutrición. La organización, que celebra en 2015 su centenario, actúa en la actualidad en más de 20 países de África y Asia.
Investigadores del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) y del CRESIB, centro de investigación de ISGlobal, han llevado a cabo un estudio publicado en Public Health Nutrition sobre la malnutrición infantil en una zona rural de Mozambique con datos recogidos entre 2001 y 2010.
Una de cada cuatro personas de edad avanzada, que viven en sus hogares sin acompañantes más jóvenes, se encuentra en riesgo de desnutrición, según los datos de un estudio publicado en la revista Medicina Clínica.
La malnutrición es un problema frecuente en los pacientes sometidos a diálisis y se asocia a un peor pronóstico tanto en términos de supervivencia como de una mayor frecuencia de complicaciones. Las causas que la provocan son múltiples, pero los expertos señalan que no es una desnutrición simple debida sólo a una falta de ingesta, sino que en ella interviene el hecho de que la enfermedad renal crónica (ERC) y la diálisis se asocian a un mayor catabolismo y desgaste calórico y proteico (wasting protein-caloric). Es decir, los pacientes en diálisis a menudo sufren consumición de las reservas de proteínas, en forma de músculo y calorías, situación que empeora su pronostico.