Hace 66 millones de años, la colisión de un asteroide provocó la extinción de la mayoría de las especies animales de la Tierra. Pero no de todas, sorprendentemente. El periodo del año en que se produjo el impacto podría haber influido en estas desapariciones, según un equipo de investigación sueco. Los expertos han analizado los fósiles de peces que fallecieron de forma inmediata el día del desastre.
El asteroide Bennu, de unos 500 metros de diámetro, a partir de 2135 pasará más cerca de nuestro planeta de lo que está la Luna, aunque la posibilidad de impacto es “extremadamente pequeña” según la NASA. El punto de máximo riesgo será el 24 de septiembre de 2182, con una probabilidad del 0,037 %.
Un equipo de científicos de 13 países diferentes, incluido España, alerta del impacto creciente de plantas, animales y microbios exóticos introducidos por la acción humana, de forma accidental o intencionada. La pandemia del coronavirus vivida en la actualidad es un caso ilustrativo de la expansión y los efectos de este tipo de organismos.
Una nueva metodología permite determinar el nivel de ruido que supone un riesgo potencial para la nidificación del buitre negro. El estudio, desarrollado por la Universidad Politécnica de Madrid, ha logrado así evaluar el impacto de las carreteras en la selección de zonas que realiza esta ave para construir sus nidos.
Hace 66 millones de años, en las tierras emergidas de Laurasia –en la actualidad, el hemisferio norte–, una tortuga terrestre primitiva de unos 60 cm logró sobrevivir al evento que mató a los dinosaurios. Fue la única en lograrlo en esta zona del mundo, según confirma un paleontólogo español que ha analizado sus peculiares fósiles hallados en Francia.
La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.
Un estudio global con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) demuestra que las especies exóticas, evaluadas en su conjunto, reducen las propiedades ecológicas de las comunidades nativas marinas. Es la primera vez que se analiza de manera global su efecto sobre los ecosistemas marinos de forma sistemática.
Uno de cada tres ríos peninsulares está salinizado por el impacto de la actividad agrícola y la urbanización del territorio. Este grave problema medioambiental afectará cada vez a más ecosistemas hídricos en todo el mundo debido al calentamiento global, el consumo creciente de agua y la explotación de los recursos naturales del suelo.
Las poblaciones de gorgonias y otros organismos bentónicos del Parque Natural del Cap de Creus y el Parque Natural del Montgrí han sufrido una alta mortalidad durante 2017 a consecuencia de la proliferación de algas filamentosas en el litoral catalán. Este fenómeno podría ser el resultado de las altas temperaturas durante la primavera y el verano de aquel año y la elevada concentración de nutrientes en el medio, según apunta el informe sobre el seguimiento del medio marino en estos parques catalanes.
Cada año mueren en todo el mundo entre 160.000 y 300.000 aves marinas debido a las capturas accidentales en el palangre. Esta es la principal causa del declive de tres especies endémicas de pardela. Según un nuevo estudio, para impedir que los barcos palangreros atrapen a los pájaros en el Mediterráneo la mejor estrategia sería calar las artes de pesca por la noche, cuando las aves son menos activas para robar los cebos.