La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.
Hace 66 millones de años, un asteroide de 10 km de diámetro impactó en la península de Yucatán en México y acabó con la mayoría de las especies de nuestro planeta al emitir una gran cantidad de material fundido y gases a la atmósfera y provocando lluvia ácida, acidificación de las aguas superficiales de los océanos y un calentamiento repentino que duró años. A esto le siguió un invierno nuclear durante décadas.
Sin embargo, los científicos no siempre han estado de acuerdo sobre el origen de esta extinción masiva. Una parte de la comunidad investigadora ha apoyado que la intensa actividad volcánica producida por el impacto en el área llamada traps de Decán en India también contribuyó a desaparición de la fauna. Los expertos discuten así si el vulcanismo se produjo a finales del Cretácico, coincidiendo con el evento de extinción conocido como K-Pg, o durante el Paleógeno inicial.
“El hecho de que hubiera dos eventos de importancia planetaria que coinciden más o menos en el tiempo ha creado este debate sobre cuál de los dos mecanismos provocó las extinciones: si el vulcanismo pudo debilitar a los ecosistemas y el impacto de un meteorito dio la última puntilla o si fue únicamente el meteorito”, aclara Laia Alegret, coautora del estudio que publica ahora Science y paleontóloga en la Universidad de Zaragoza.
Tras décadas de controversia, el nuevo trabajo cierra el debate al demostrar que la actividad volcánica no desempeñó un papel directo en la desaparición masiva de los dinosaurios. Según el equipo liderado por la Universidad de Yale (EE UU), el único causante fue el asteroide.
“Los volcanes pueden provocar extinciones masivas porque liberan muchos gases, como el SO2 y el CO2, que pueden alterar el clima y acidificar el planeta”, explica Pincelli Hull, autor principal del trabajo y profesor de geología y geofísica en la universidad estadounidense. Sin embargo, la actividad volcánica y el calentamiento asociado se produjeron antes y después del impacto y no durante las extinciones.
La nueva investigación muestra que únicamente el impacto del asteroide coincidió con las desapariciones. Posteriormente, nuevas fases volcánicas ralentizaron la recuperación de los ecosistemas.
La investigadora de la Universidad de Zaragoza, Laia Alegret. / UNIZAR
“La actividad volcánica en el Cretácico causó un evento de calentamiento global gradual de unos 2 ºC, pero no una extinción masiva”, apunta Michael Henehan, antes en la Universidad de Yale. “Varias especies se movieron hacia los polos norte y sur, pero lo hicieron mucho antes del impacto del asteroide”, detalla el experto.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron sondeos y afloramientos de todos los océanos y latitudes, combinaron registros climáticos, bióticos y del ciclo del carbono, obtenidos a partir de sedimentos y fósiles marinos como dientes de pez y conchas, y los compararon con diversos escenarios de erupcionesvolcánicas e impacto.
El resultado fue la creación de la reconstrucción más detallada de la temperatura global de aquel periodo. “Los modelos que mejor se ajustaron a nuestra curva de la temperatura son aquellos en los que la principal fase del vulcanismo se produjo a finales del Cretácico y que terminó 200.000 años antes de las extinciones y del impacto del asteroide”, añade Alegret.
Los investigadores demuestran de este modo que la mayor parte de la liberación de gas ocurrió mucho antes del impacto del asteroide, y que este fue el único impulsor de la extinción.
“Mucha gente ha especulado que los volcanes fueron importantes para el K-Pg, y estamos diciendo que no lo fueron”, recalca Hull. Además, los científicos rechazan la hipótesis de que se produjeran erupciones masivas en la región de Decán en India después de la extinción porque “no hay un evento de calentamiento que coincida”.
“La extinción de K-Pg alteró profundamente el ciclo global del carbono. Estos cambios pudieron permitir que el océano absorba una enorme cantidad de CO2 en escalas de tiempo prolongadas, tal vez ocultando los efectos del calentamiento del vulcanismo tras el evento”, concluye Donald Penman, coautor del trabajo e investigador postdoctoral en Yale.
Referencia bibliográfica:
P.M. Hull et al. “On impact and volcanism across the Cretaceous-Paleogene boundary” Science 16 de enero de 2020