Tras unos meses en el laboratorio del Doctor Robbins, pupilo del Nobel Michael Bishop, Jezabel Rodríguez Blanco está obteniendo en la Universidad de Miami sus primeros resultados en la larga carrera investigadora contra el cáncer. Sus últimos experimentos, enfocados a obstaculizar la producción de una proteína llamada Hedgehog, muestran “resultados altamente satisfactorios en cultivos tumorales humanos y en animales”. Queda mucho camino por delante, pero alicientes no le faltan a la joven gijonesa.
Alberto Castro en la Universidad de Tohoku (Japón). Foto: A. C.
Alberto Castro Muñiz trabaja a 106 Km de la central nuclear de Fukushima, concretamente en la Universidad de Tohoku, en Sendai. Allí este joven asturiano y doctor en Física contribuye a diseñar materiales nanoestructurados que se utilizarán en pequeñas celdas biológicas de combustible, con el fin de que puedan extraer energía eléctrica partir de los fluidos corporales y hacer funcionar con ella dispositivos implantables como los marcapasos. A escasas semanas de cumplirse un año del desastre nuclear, la creación científica se empeña en proyectarse hacia el futuro en un entorno marcado por la imprevisibilidad de la naturaleza.
Ni el mamut lanudo ni el resto de fauna de climas fríos presente en Europa durante el Pleistoceno se asentaron de forma permanente en la Península Ibérica, donde tuvieron que vivir en condiciones ecológicas diferentes a las del resto del continente y compartir hábitat con animales de climas templados.
El joven investigador ovetense y doctor en Biología Ángel Manteca Fernández ha logrado nada menos que 1,3 millones de euros del Consejo Europeo de Investigación para formar un equipo investigador propio y continuar investigando durante los próximos cinco años en la Universidad de Oviedo. La materia de estudio merecedora de tales atenciones son las bacterias del grupo Streptomyces, que pese a utilizarse ya ampliamente en biomedicina, se revelan como un campo renovado a raíz del trabajo del joven microbiólogo, que ha contribuido a conocer mejor cómo y cuándo estas bacterias producen los principios activos que las hacen tan interesantes. Con ello se abre la puerta a localizar nuevos compuestos en cepas bacterianas que habían sido descartadas por improductivas.
Ángel Manteca, en el laboratorio. Foto: Universidad de Oviedo.
Carlos López-Otín (izquierda), y Elías Campo, en la Universidad de Oviedo. Foto cedida por C. L. O.
Un equipo español de 40 investigadores del Consorcio Español del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica, dirigido por el Dr. Carlos López-Otín, de la Universidad de Oviedo y el Dr. Elías Campo, del Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, ha abierto nuevas vías en la investigación sobre el cáncer al secuenciar la parte codificante de los genomas de más de cien pacientes, así como de sus tumores. La revista Nature Genetics publica hoy los resultados de la investigación.
La joven investigadora Yolanda Fernández Díez se encuentra en el Centro para la Innovación en la Captura y el Almacenamiento de Carbono (CICCS) de la Universidad de Nottingham, con apoyo del PCTI del Principado de Asturias. Dirige el centro la científica vitoriana Mercedes Maroto Valer, con la que comparte un objetivo científico casi tan seductor como la fotosíntesis natural. Se trata de una tecnología química que partiendo de luz, agua y dióxido de carbono (CO2) permita conseguir productos químicos no contaminantes que puedan utilizarse como combustibles. ¿Demasiado bueno para ser verdad? Yolanda Fernández explica para SINC los avances que están logrando en lo que define como “una posible alternativa al almacenamiento geológico de CO2”.
Yolanda Fernández Díez. Foto: Y. F.