Investigaciones realizadas en Asturias concluyen que la diversidad de aves es más importante que su cantidad para la conservación de ecosistemas forestales. Además, han observado episodios de comportamiento coordinado de todos los organismos implicados en la dispersión de semillas, incluidos los árboles, que se traducen en una mayor capacidad de recuperación de bosques degradados.
El acebo (Ilex aquifolium) es un árbol abundante en los bosques secundarios cantábricos. Además de producir muchos frutos, su dosel perenne sirve de protección a los zorzales en invierno. Foto: Daniel Martínez.
El mirlo (Turdus merula) es una de las seis especies de zorzales dispersoras de semillas en los bosques cantábricos. Foto: Mario Suárez.
Es tentador utilizar generalizaciones a gran escala para referirse a una realidad como el calentamiento de los océanos, pero la naturaleza no entiende de promedios. Investigadores de la Universidad de Oviedo han analizado los datos obtenidos por boyas y satélites en todo el mundo durante 30 años, y por primera vez han tenido en cuenta variables especialmente relacionadas con el impacto del cambio climático en los organismos marinos.
De izquierda a derecha, Fernando González Taboada y Ricardo Anadón en el laboratorio. Foto: UCC+i FICYT
Representación de rango estacional, periodo de estratificación y días de máximas y mínimas estacionales. Imagen cedida por R. Anadón y F. G. Taboada
Investigadores de la Universidad de Oviedo han demostrado que las hembras y los machos de urogallo cantábrico utilizan el territorio de forma diferenciada. Mediante técnicas de espectrometría de masas han analizado las plumas recogidas en los bosques montanos de la Cordillera Cantábrica, lo que les ha permitido definir la dieta durante la muda.
En la imagen, plumas de urogallo recogidas durante el trabajo de campo. Foto cedida por Mario Quevedo.
Pluma de urogallo macho. Foto cedida por Mario Quevedo.
Jezabel Rodríguez en la Universidad de Miami. Foto: J. R. B.