Hacia un atlas profundo de la superficie

Es tentador utilizar generalizaciones a gran escala para referirse a una realidad como el calentamiento de los océanos, pero la naturaleza no entiende de promedios. Investigadores de la Universidad de Oviedo han analizado los datos obtenidos por boyas y satélites en todo el mundo durante 30 años, y por primera vez han tenido en cuenta variables especialmente relacionadas con el impacto del cambio climático en los organismos marinos.

Mapa de temperaturas del Atlántico. Anadón y Taboada.
Representación de rango estacional, periodo de estratificación y días de máximas y mínimas estacionales. Imagen cedida por Anadón y Taboada.

Cuando comenzaron su inmersión en un maremágnum de datos que cubren tres décadas de tormentas y calmas en todos los océanos del planeta, lo que querían era “tratar de ir un poco más allá” en la investigación de los efectos del cambio climático en los océanos.

Ahora, tras varios años de “inmersión”, Ricardo Anadón y Fernando González Taboada traen con ellos una forma novedosa de interpretación de los datos que las estadounidenses NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y NASA recogen a partir de boyas y satélites y que ponen a disposición de todo el mundo de forma gratuita.

Se trata de un trabajo que acaba de publicar la revista Climatic Change, y en el que por primera vez se registran los fenómenos que definen el tiempo oceanográfico, equivalente al tiempo terrestre, y que incide directamente en la adaptación (o no) de los organismos al calentamiento de los mares.

Entre las variables que Anadón y Taboada tuvieron en cuenta y que hasta ahora no se incluían en este tipo de estudios oceanográficos -más centrados en analizar temperaturas medias-, figuran las variaciones de temperaturas máximas y mínimas y los días en que ocurrieron, el rango de temperaturas, así como la forma en que estas variaciones se distribuyen en función de la latitud y la longitud, y cuánto dura el periodo estacional de estratificación.

¿Cómo se calienta el Atlántico Norte?

“No sólo queríamos ver si la temperatura está aumentando en el Atlántico, que ha resultado que sí, sino si lo está haciendo al mismo ritmo en todas partes. Encontramos diferencias geográficas importantes, ya que en general se están calentando más las aguas superficiales en el Ártico y el Ecuador que en el Trópico”, explica Fernando González Taboada.

Pero, además de las más previsibles diferencias en función de la latitud, también hay diferencias en función de la longitud. Un ejemplo es el elevado aumento de temperatura que se está produciendo en el Atlántico Noroeste, concretamente en las costas de Nueva Inglaterra (EE UU) y Canadá, que supera tanto el ritmo medio de calentamiento del Atlántico como la tasa de aumento en la costa europea localizada a la misma latitud.

Con el calentamiento de la superficie marina disminuye el alimento disponible para la fauna y las pesquerías

Pero tampoco este lado del mundo está libre de las implicaciones de un fenómeno global. En las costas del Viejo Continente, el impacto toma otra forma, que los investigadores de la Universidad de Oviedo han cartografiado por primera vez: “Está aumentando el periodo de estratificación desde los 40 ºN [desde las costas del Sur de Inglaterra] hacia el Ártico, y eso tiene como consecuencia directa una menor disponibilidad de alimento para las especies marinas, con el agravante de que se trata de una zona de importantes pesquerías”, señala Taboada.

Y, como la pescadilla que se muerde la cola, este “fuego” libera su propio “combustible”: con el calentamiento de la superficie marina y consiguiente aumento de la estratificación disminuye la capacidad de las microalgas para fijar carbono, con lo que se produce un aumento de niveles de CO2 en la atmósfera.

Otro de los fenómenos producidos por el calentamiento de los océanos es que está reduciéndose la intensidad de los extremos estacionales, es decir: hay una menor variabilidad térmica entre los veranos y los inviernos porque “en general, las temperaturas mínimas están aumentando por encima de las máximas”, afirma Anadón.

Hay una menor variabilidad térmica entre los veranos y los inviernos

La costa Cantábrica

En Asturias no sólo se ha constatado un aumento en la temperatura del mar y la tierra. “En la mar, hemos detectado que ha cambiado la composición y distribución de microalgas y macroalgas”, señala el catedrático de Ecología honorario Ricardo Anadón.

Se trata de una línea de trabajo en la que Anadón colabora con la catedrática de Ecología Consolación Fernández, que ha efectuado un seguimiento de 25 años de una población del alga Saccorhiza, relacionada directamente con el reclutamiento de distintas poblaciones de peces, hasta su desaparición, entre otros trabajos de seguimiento de algas pardas fucáceas.

Uniendo parcelas de conocimiento

¿Por qué no se había hecho un estudio así hasta ahora? “En parte tiene que ver con que muchos físicos no piensan en procesos biológicos, y los biólogos no están especializados en analizar fenómenos físicos”, afirma Taboada.

El resultado de esta “exploración oceanográfica” de datos ha sido un trabajo orientado al método de estudio de los impactos del cambio climático en el océano, y la seguridad de que, en palabras de los investigadores, “este tipo de estudios no puede limitarse a una sola variable, y hay que tener en cuenta la heterogeneidad del medio marino”. Parece que la mar se resiste a ser predecible incluso en la temperatura de su “piel”.

La fertilidad marina, cuestión de mezcla

Igual que sucede en los cultivos en tierra, la cantidad de alimento disponible para las especies marinas y la cantidad de carbono que fijan los vegetales está directamente determinado por el tiempo atmosférico, en este caso, el tiempo oceanográfico. El vínculo entre meterología y fertilidad de los mares es la estratificación; con el calor, aumenta la temperatura de la capa superficial de agua.

Como resultado, se hace menos densa y deja de mezclarse con el resto de capas que forman la columna de agua. “Cuanto más tiempo dura la estratificación, menor es la fijación de carbono y la producción de microalgas que viven en la capa superficial, porque agotan los nutrientes, que no se renuevan al no mezclarse con el resto de capas de agua”, explica González Taboada.

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Referencia bibliográfica:

Gonzalez Taboada F., Anadón R., “Patterns of change in sea surface temperatura in the North Atlantic during the last three decades: beyond mean trends”, Climatic Change. Publicado on line 17 de mayo de 2012. DOI 10.1007/s10584-012-0485-6

Fuente: FICYT
Derechos: Creative Commons

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