Desde que se aprobó el Acuerdo de París, uno de los escollos en las negociaciones de las cumbres del clima es el artículo 6, que regula los sistemas de emisiones de CO2. En la COP25 se espera cerrar este capítulo, que podría abrir una brecha en el primer texto universal y vinculante contra la crisis climática.
Jóvenes activistas junto a Greta Thunberg en la COP25. / UNclimatechange
Científicos de la Universidad Autónoma de Madrid han logrado sintetizar de manera sencilla y económica nanopuntos de carbono, un nuevo material de interés por sus propiedades ópticas. El trabajo también presenta un innovador método para modificar mediante la electroquímica esta forma del carbono.
Un estudio que se publica hoy en la revista Nature Climate Change confirma que los ecosistemas terrestres han incrementado su capacidad de absorber CO2 a escala global en los últimos 20 años. Además, remarca la necesidad de proteger los bosques tropicales, pues son los que más han aumentado su secuestro últimamente.
Una nueva herramienta basada en el uso de nanopartículas de carbono permite detectar antidepresivos en muestras de orina en a bajas concentraciones. El test, desarrollado por investigadores de la Universidad de Córdoba, podrá usarse para hacer un seguimiento de dosis terapéuticas, en casos de intoxicación por sobredosis o para aplicaciones de medicina forense.
Un estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales constata que la disminución de las deposiciones de contaminantes, y sobre todo el incremento de CO2 atmosférico, han estimulado la fotosíntesis y el secuestro de carbono por parte de los bosques. El ritmo de captura y de emisión de carbono por parte de los bosques depende en gran parte de la composición cambiante de la atmósfera. Es clave, pues, entender cómo circula el carbono entre la atmósfera, los seres vivos, los océanos y los suelos para anticipar los efectos del cambio climático.
En 2100 los océanos retendrán unas 310 gigatoneladas de dióxido de carbono generadas por la actividad humana, una cantidad suficiente como para disparar el inicio de la sexta extinción en masa que se producirá en los próximos miles de años. Esta es la conclusión a la que ha llegado un investigador estadounidense que ha asociado las perturbaciones que se han producido en el ciclo de carbono durante los últimos 542 millones de años con las cinco extinciones en masa anteriores.
Los suelos contribuyen en distinta medida a las emisiones de CO2 a la atmósfera. Un equipo de científicos, que ha analizado 35 tipos de suelos en España, ha medido las concentraciones de metoxifenoles, unas moléculas cuya composición se hace más compleja cuando aumenta el porcentaje de carbono del suelo. Los resultados permiten identificar, a partir de sus diferentes proporciones, los suelos con mayor capacidad para almacenar carbono.
La mayor parte de dióxido de carbono emitido a la atmósfera procede de las ciudades, por lo que la planificación urbana se convierte en una de las estrategias más potentes para mitigar el impacto ambiental. En este sentido, un grupo de científicos españoles ha desarrollado una nueva metodología para estudiar la huella del diseño urbano en las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por las ciudades.