Un nuevo estudio, liderado por la Universidad de Birmingham (Reino Unido), muestra cómo estos insectos se vuelven insensibles al peligro mientras cortejan y buscan aparearse. La investigación revela, por primera vez, las redes neuronales que controlan este proceso de toma de decisiones en estos invertebrados.
Con imágenes de resonancia magnética funcional, investigadores de Finlandia han comprobado cómo la actividad cerebral varía según el tipo de relación de afecto. Mientras que la vinculación paternal y romántica impulsa intensamente el sistema de recompensa, el sentimiento por mascotas y por la naturaleza despiertan otras áreas del cerebro.
Desde hace más un año, dos científicos sociales de la Universidad de Zaragoza utilizan Tinder y Grinder cada día en su trabajo. No es que flirteen en horario laboral, sino que indagan sobre cómo se relacionan los jóvenes de 18 a 26 años. Han descubierto que los estereotipos asociados al uso de estas aplicaciones son prejuicios: no son nidos de infieles, la promiscuidad tiene un peso similar que la búsqueda de pareja, y la diversidad de personalidades es la misma que en los bares.
¿Sienten tristeza los perros, alegría los elefantes o amor los bonobos? Hasta el siglo XX se consideraba a los animales como seres no racionales y se interpretaba que no tenían la capacidad de sentir. Un ciclo en Caixaforum de Madrid abre el debate sobre la lógica del amor, también el animal.
La socióloga Marie Bergström, del Instituto Nacional de Estudios Demográficos francés, visitó la semana pasada Madrid para presentar su próximo libro Las nuevas leyes del amor. En él resume los resultados de sus más de diez años de investigación sobre webs y aplicaciones on line de citas, y su repercusión en las relaciones humanas.
Cuando una persona padece alzhéimer es frecuente que su conducta sexual cambie. Los comportamientos inesperados y la falta de deseo comprometen la intimidad con las parejas, que a menudo viven como un tabú estas nuevas conductas sobre las que apenas hay estudios ni protocolos de actuación. Pero, a pesar de la demencia, la afectividad es lo último que se pierde.
La mayoría de los mitos románticos relegan a la mujer a un plano secundario, en el que el hombre tiene el deber de protegerla o someterla, según señala un estudio de la Universidad de Granada. La investigación indica que el 86,3% de los jóvenes opina que no se puede ser feliz sin una pareja y muestra que estos mitos se aceptan entre la población joven, en la que están aumentando los casos de violencia de género.
Un estudio pionero en el que participa la Universidad Complutense de Madrid analiza el amor romántico en parejas con edades entre los 18 y los 80 años. El 17% de los hombres y el 18% de las mujeres afirmaron sentirse “muy intensamente enamorados”, una proporción que disminuía según aumentaba la duración de la relación. La investigación no ha encontrado diferencias en la intensidad del amor en las parejas que llevaban entre veinte y treinta años juntas o más de treinta.
La búsqueda de pareja por parte de los humanos, muchas veces frustrada por las limitaciones que nosotros mismos nos creamos, tiene sus costes y sus beneficios si se tiene en cuenta el resultado biológico final: tener hijos. Un experimento con pájaros demuestra que cuanto más ‘amor’ existe en la pareja, más probabilidades existen de que la descendencia sobreviva.
Hay un mundo secreto ahí fuera, un universo oculto, paralelo, bello y elegante, intrincadamente conectado con el nuestro. Así comienza Edward Frenkel (Kolomna-Rusia, 1968) su libro Amor y matemáticas, publicado recientemente en castellano. Este profesor de la Universidad de Berkeley (EE UU) recuerda que, aunque intimiden a mucha gente, las matemáticas están presentes en el universo y la vida cotidiana, así que merece la pena esforzarse para descubrir su belleza.