Desde comienzos de esta semana se ha constatado un descenso en la actividad del proceso eruptivo de La Palma. Los expertos piden mantener la prudencia y esperar unos días para confirmar el cese definitivo de la erupción.
El sistema de vigilancia europeo por satélite Copernicus ha confirmado el aumento en la superficie de la isla debido a la erupción volcánica. Pasados dos meses del inicio de la erupción, el tremor volcánico se mantiene estable, mientras que el aeropuerto de La Palma continúa cerrado debido a la emisión de ceniza.
El dióxido de azufre y la actividad sísmica en niveles intermedios muestran una tendencia a la baja de la actividad del volcán de La Palma, lo que puede indicar que la erupción está perdiendo fuerza. Aunque las últimas mediciones invitan a la esperanza, los expertos advierten que aún siguen siendo valores muy altos.
Investigadores del CSIC y la Universidad de Alcalá han desarrollado un dispositivo que permite utilizar un cable de fibra óptica del Observatorio del Roque de los Muchachos en una red sísmica con miles de sensores. Sus datos informarán de movimientos en el terreno y complementarán a los que ya aportan los sismógrafos convencionales.
La aparición de nuevos centros de emisión y bocas por las que sale lava muy fluida demuestran que el volcán sigue muy activo cinco semanas después de la erupción. Las coladas ya han arrasado 901,2 hectáreas y destruido 2.146 edificaciones, según el programa de monitorización por satélite europeo, Copernicus.
Tras un mes del comienzo de la erupción en la isla de La Palma podemos afirmar que nos encontramos ante uno de los fenómenos de mayor envergadura de los previsibles en Canarias, si lo comparamos con la mayoría de las erupciones históricas vividas hasta hoy. Estamos viviendo una erupción estromboliana, pero de las fuertes. La explosividad es mayor que la media y con una cantidad de material expulsada considerable.