El dióxido de azufre y la actividad sísmica en niveles intermedios muestran una tendencia a la baja de la actividad del volcán de La Palma, lo que puede indicar que la erupción está perdiendo fuerza. Aunque las últimas mediciones invitan a la esperanza, los expertos advierten que aún siguen siendo valores muy altos.
El próximo viernes 19 de noviembre se cumplen dos meses desde el inicio de la erupción en la isla de La Palma. El descenso en los niveles de dióxido de azufre que emanan de la fisura, así como en los seísmos a profundidad intermedia, apuntan a que el sistema volcánico cada vez tiene menos energía, según los científicos que monitorizan la erupción desde su comienzo.
De hecho, las emisiones de dióxido de azufre asociadas al penacho volcánico fluctuaron ayer sábado entre las 2.000 y las 4.000 toneladas, muy lejos de las más de 50.000 toneladas que se registraron el pasado 23 de septiembre, aunque la portavoz científica del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca), María José Blanco, ha recordado este domingo en rueda de prensa que siguen siendo valores altos.
“Da la sensación de que el sistema cada vez tiene menos energía y los niveles de sismicidad intermedia, tremor, deformación y dióxido de azufre muestran una tendencia estable o a la baja, pero hay que esperar a que se mantenga en el tiempo”, ha precisado la portavoz científica.
A su vez el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, ha precisado que la lava sigue fluyendo hacia el delta lávico, lo que es “una muy buena noticia” porque no encuentra diques, no crece en espesor ni provoca derrames y por lo tanto, no ocupa nuevos territorios con lo que vendría “a hacer más daño”.
A diferencia de ayer, cuando la colada que recibía más aporte de magma era la primera de todas, hoy la que tiene más “alimentación” es la novena, la situada más al sur, y entre ésta, la primigenia y la número dos han conformado el crecimiento del delta lávico, que ya está situado encima del generado por el volcán de San Juan (1949).
Pero Morcuende ha subrayado sobre todo que no hay derrames de lava y por lo tanto, no se están generando problemas añadidos “a lo que es la pura emergencia”, esto es, daños para “vidas y haciendas”.
Los gestores del Pevolca se han congratulado además de la ausencia de sismicidad superficial, puesto que los terremotos se mantienen a gran profundidad y de hecho el de mayor magnitud registrado hoy, con 4,7 mgLg, se localizó a 37 kilómetros y alcanzó una intensidad IV.
Esta sismicidad profunda es la que se mantiene, y la intermedia -entre 10 y 15 kilómetros-, muestra una tendencia a la baja.
En cuanto a la emisión difusa de dióxido de carbono asociada a la dorsal de Cumbre Vieja, se situó ayer entre las 1.800 y las 2.000 toneladas.
La calidad del aire se ha mantenido en niveles buenos o razonablemente buenos en cuanto a la afección por dióxido de azufre, salvo en Puntagorda y Los Llanos de Aridane, que ha sido regular en momentos puntuales.
Respecto a las partículas en suspensión inferiores a 10 micras, se registran valores bajos en todas las estaciones de La Palma salvo un episodio de alta intensidad que se registró entre las 12:00 y las 14:00 horas de ayer asociado a las labores de limpieza de ceniza en Los Llanos de Aridane, lo que provocó un nivel de calidad del aire muy desfavorable.
No obstante, hoy se ha cerrado el acceso por Fuencaliente a las zonas de exclusión para recoger enseres o documentos debido a la alta concentración de dióxido de azufre en las áreas evacuadas, que puede resultar nocivo para la salud, ha precisado Miguel Ángel Morcuende.
Hasta la fecha la lava ha arrasado 1.019,79 hectáreas de superficie y según los datos del Catastro, ha destruido 1.460 edificaciones, de las que 1.181 son de uso residencial, 159 agrícola, 67 industrial, 34 comercial, 13 de uso público y 15 de otras actividades.
Mientras, 481 personas que fueron evacuadas de sus hogares se alojan en hoteles de Fuencaliente y Los Llanos de Aridane, y 43 personas dependientes se hospedan en centros sociosanitarios.