No es solo por el exquisito sabor del cacao. Investigadores de la Universidad de Leeds (Reino Unido) han comprobado que los ingredientes del propio chocolate interactúan con la saliva, generando una suave película grasa que recubre la lengua y hace que este producto se sienta cremoso durante todo el tiempo que permanece en la boca.
Las diferencias individuales en la composición y el flujo de la saliva intervienen en la percepción de aromas a piña, plátano, fresa o ciruela pasa en el vino, según un análisis realizado en diversas catas. Esta información puede contribuir a la elaboración de caldos más personalizados.
Hace miles de años, la almendra silvestre no era el fruto dulce y saludable que comemos hoy. Sus toxinas podían ser tan mortales que se utilizaban para envenenar a los traidores en el antiguo Egipto. La secuenciación de su ADN revela ahora que dejaron de ser amargas y tóxicas gracias a un pequeño cambio en un solo gen que permitió la selección de los ejemplares más comestibles.
Regar los tomates con menos agua una vez los frutos ya han cuajado ayuda a aumentar su valor funcional y mejora su sabor. Así concluye un trabajo que también ha demostrado que el uso combinado de variedades con alto contenido en el carotenoide licopeno, su cultivo en zonas más favorables y el riego deficitario controlado puede contribuir a obtener tomates que ayudarían a prevenir enfermedades degenerativas.
Un estudio en ratas, realizado por investigadores de las universidades de Granada y Huelva, revela que si entre la preexposición a un sabor y la asociación de ese sabor con un malestar determinado se introduce un cambio temporal –es decir, lo realizamos a una hora distinta, pasando de mañana a tarde o de tarde a mañana–, la aversión o rechazo al sabor que se aprende es mayor.
Investigadores de la Universidad de Granada han determinado el área del cerebro que interviene directamente en la aversión a ciertos alimentos dañinos. Los resultados obtenidos en animales de laboratorio sientan las bases para nuevos estudios sobre aprendizaje del gusto y conducta alimentaria. Además, abre las puertas a posibles aplicaciones terapéuticas en alteraciones frecuentes después del tratamiento con quimioterapia y otros desórdenes relacionados con la comida.
¿Por qué los tomates ya no saben a tomate? Un estudio con participación española revela que las variedades modernas contienen menos cantidades de los compuestos químicos que hacían sabrosos a los tomates tradicionales. Además, al identificar los genes relacionados con sus niveles de azúcares, ácidos y otras sustancias, los investigadores podrán recuperar el sabor de esta hortaliza.
Científicos de España y Argentina han demostrado que nuestros estados psicológicos modifican el sabor de los alimentos que comemos y provocan que la comida nos sepa más o menos amarga, dulce o ácida. El estudio indica que alimentos como el café y el chocolate parecen sufrir variaciones si nos sentimos estresados, tenemos hambre o nos preocupa el peso.
El color, la textura, el sabor e incluso los aspectos éticos relacionados con la venta de carne y derivados cárnicos, como el bienestar animal antes del sacrificio, pueden impulsar su compra entre los consumidores. Un estudio, publicado en Meat Science, ha recogido los factores psicológicos y sensoriales que influyen a la hora de comprar estos productos. El precio y el origen de la carne también promueven la compra.
Los consumidores a menudo se quejan de la falta de sabor de la cerveza sin alcohol, pero algunos aromas de los que carece esta bebida se pueden transferir desde la cerveza con alcohol. Investigadores de la Universidad de Valladolid han desarrollado la técnica y un panel de catadores ha confirmado su eficacia.