Las autoridades chinas han dado el visto bueno para que comiencen los ensayos en fase 1, en la que se prueba la seguridad en personas, de una vacuna experimental contra el COVID-19. Mientras, continúa la carrera mundial por desarrollar una solución contra esta epidemia que ha matado a más de 8.000 personas en todo el mundo.
Científicos de EE UU han analizado cuánto permanece el nuevo coronavirus en varios materiales de uso común. En los aerosoles del aire son estables hasta tres horas, cuatro horas en el cobre, un día entero en el cartón y hasta dos o tres días en el plástico y el acero inoxidable.
Lo que empezó como una conversación por WhatsApp entre tres colegas de los ámbitos de la innovación, la biomedicina y la ingeniería, ahora es el foro de Ayuda Innovadora a la Respiración (AIRE). Se acaba de crear para buscar soluciones de código abierto, rápidas y baratas para ventilación en pacientes del coronavirus y ya cuenta con 230 participantes en España.
Las medidas de control para superar la pandemia de COVID-19 afectan a unos y a otros sectores de población de manera radicalmente distinta. En la actual situación, casi distópica, se muestran con más claridad algunos determinantes sociales de la salud.
El Instituto de Salud Carlos III recibirá 25,2 millones de euros y el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC obtendrá 4,5 millones para estudiar el nuevo coronavirus y trabajar en el desarrollo de vacunas.
Esta semana, hospitales de Madrid, Barcelona y País Vasco han empezado dos estudios para tratar a los pacientes más graves por COVID-19 e intentar frenar los contagios con medicamentos que ya existen en el mercado, pero que se utilizan para tratar otras infecciones como el VIH o la malaria.
Dos estudios publicados en Science emplean modelos matemáticos para analizar el papel que jugaron los contagiados con síntomas leves en la difusión del COVID-19 y el efecto de las restricciones al movimiento en la ciudad china de Wuhan durante los primeros días del brote. Según uno de los autores, “no sería irracional pensar que nos acercamos al millón de infecciones” en todo el mundo.
El mayor experto español en coronavirus, el virólogo Luis Enjuanes, no para. Desde su laboratorio en el Centro Nacional de Biotecnología, del CSIC, trabaja para lograr, en el menor tiempo posible, una vacuna que frene la epidemia de COVID-19.
Cuatro bebés nacidos en un hospital de Wuhan, el epicentro del brote de coronavirus SARS-Cov-2, no mostraron signos de infección y siguen sanos hoy en día, según una investigación de pediatras chinos. Sin embargo, señalan que se necesitan más estudios.
Los genetistas y biólogos computacionales tratan de dibujar el árbol genealógico de las mutaciones del SARS-CoV-2 a medida que se dispersa. El análisis de más de 500 genomas de los cinco continentes no muestra cambios en su virulencia por ahora, ni la aparición de linajes más agresivos que otros.