Los científicos han visto de cerca por primera vez el polvo de un pequeño asteroide rocoso que fue extraído y transportado a la Tierra por la sonda Hayabusa. El análisis de estas partículas de polvo confirma las sospechas de los expertos: los meteoritos más comunes hallados en la Tierra, conocidos como condritas ordinarias, proceden de estos asteroides rocosos o de tipo S, que representan alrededor del 17% de estos cuerpos del Sistema Solar.
Los meteoritos contienen gran variedad de bases nitrogenadas. Imagen: NASA/Chris Smith.
Han pasado doscientos años desde que los vecinos del municipio burgalés de Berlangas de Roa contemplaron con estupor cómo un meteorito caía en mitad del campo. El fragmento sorprendió incluso a las tropas francesas que se encontraban en el lugar, obligándolas a cambiar su marcha. Para conmemorar este acontecimiento, el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) celebra un simposio sobre meteoritos en Burgos.
El meteorito marciano más viejo conocido hasta ahora, ALH 84001, parece ser 500 millones de años más joven de lo que se creía hasta ahora, y por tanto probablemente no es un pedazo de la corteza primitiva de Marte como pensaban los científicos, según informan investigadores estadounidenses esta semana en Science.
El profesor de geociencia Thomas Lapen, sosteniendo una muestra del meteorito marciano.
Un equipo de científicos españoles ha sistematizado los datos de 29 yacimientos de restos de dinosaurios en el Pirineo catalán, y confirma que, poco antes de su extinción, la diversidad de especies de dinosaurio era muy grande. Esta conclusión, junto al descubrimiento de la presencia de un grupo de dinosaurios asiáticos sólo un millón de años antes de la extinción, refuta las hipótesis que defienden que la catástrofe fue sólo el punto final de un proceso de extinción más gradual.
Un equipo internacional de 41 científicos, en el que participa la Universidad de Zaragoza (UNIZAR), confirma que la extinción masiva producida hace 65,5 millones de años, que acabó con la era de los dinosaurios, fue provocada por el impacto de un asteroide de 12 kilómetros de diámetro en la Península de Yucatán (México). El estudio aporta nuevas evidencias geológicas que fortalecen esta hipótesis.