Los adolescentes y universitarios no son conscientes de las consecuencias negativas derivadas del consumo de alcohol, ni siquiera de la posibilidad de desarrollar un proceso adictivo. Además, los más jóvenes empiezan cada vez antes el consumo, en mayor cantidad y con bebidas de más graduación, según un estudio liderado por la Universidad de Valencia.
El consumo de alcohol, el ejercicio físico y la ingesta de antiinflamatorios no esteroideos favorecen la aparición de reacciones alérgicas alimentarias. Según un estudio del Hospital Universitari de la Vall d’Hebron, publicado en la revista Allergy, estos factores aumentan el número de reacciones anafilácticas un 67,5% de media.
Un nuevo estudio epidemiológico, realizado en más de 6.500 canarios adultos, muestra que los datos sobre hipertensión no han empeorado respecto a la última década del siglo pasado, mejorándose los niveles de control y seguimiento de la población diagnosticada hasta en un 40%. La prevalencia de hipertensión arterial en el archipiélago canario se sitúa a la cabeza de las comunidades autónomas españolas (40% en hombres mayores de 18 años y 31% en mujeres).
La revista 'Nature' publicó este mes un artículo que señala la necesidad de un control sobre el consumo de azúcar similar al de sustancias tan adictivas como el tabaco o el alcohol. Varios expertos en nutrición valoran la magnitud de este problema en España.
A pesar de los clichés sobre los hábitos de los adolescentes, los resultados de una investigación de la Universidad de Sevilla muestran que la mayor parte de los jóvenes no cumple un perfil de riesgo en consumo de sustancias. El 60% de españoles de 13 a 18 años dicen no tomar drogas y rara vez beber alcohol –de forma muy moderada–, mientras que menos del 10% reconocen haber consumido alguna droga ilegal.
Por primera vez un estudio confirma que los hombres y las mujeres que beben alcohol de forma continuada sufren en mayor medida obesidad abdominal, un factor conocido por su peligrosa relación con la mortalidad en adultos. El efecto del alcohol en la grasa acumulada es mayor en el caso de la cerveza que en el del vino, aunque ambos tienen un marcado efecto sobre esta adiposidad.
La ingesta de bebidas alcohólicas provoca la secreción de endorfinas en determinadas zonas del cerebro, lo que produce sensaciones de placer que podrían conducir a la adicción. Un estudio de la Universidad de California ha observado por primera vez en humanos este fenómeno, sobre el que se lleva especulando más de treinta años.
Investigadores europeos han comprobado en un experimento con ratas que la ingesta de fresas reduce los daños que produce el alcohol en la mucosa gástrica. El estudio, que publica la revista de acceso abierto Plos One, puede ayudar a mejorar los tratamientos contra las úlceras de estómago.
Una investigación de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) sobre hábitos de consumo de drogas en universitarios afirma que el abuso de medicamentos sin prescripción médica entre los consumidores de cannabis, tabaco o alcohol puede considerarse “una forma más de poli-consumo de drogas”.