Científicos del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford y Museo Geominero de España han descrito una nueva especie de insecto, denominada Aragomantispa lacerata, de 105 millones de años. El fósil, parecido a una mantis, se halló en el yacimiento de ámbar turolense de San Just y es clave para entender la evolución de las patas raptoras.
Un equipo de investigadores, liderado por españoles, ha descubierto por primera vez cuentas de collar de ámbar falsificado en dos enterramientos prehistóricos de España. Para elaborar las piezas, que datan de la Edad de Bronce (2.500-1500 a.C.), los creadores recubrieron distintos materiales pequeños con resina de los árboles.
Las plantas con flores son bien conocidas por su relación con los insectos y otros animales que sirven como sus polinizadores. Sin embargo, antes del aumento de estas angiospermas, otro grupo de plantas con semillas perennes inusuales, conocidas como cícadas, fueron las primeras en ser polinizadas por insectos. Lo sabemos gracias a la primera evidencia fósil de un escarabajo atrapado en ámbar con adaptaciones especiales.
Cuando se contempla un anillo o unos abalorios elaborados con ámbar, la mayoría de veces se piensa en su valor estético o económico. Para los científicos, estas piezas de resina fósil –capaces de conservar insectos atrapados en épocas remotas– son también una ventana abierta para descubrir la biodiversidad del planeta hace millones de años. Sin embargo, un nuevo estudio cuestiona si el ámbar puede realmente reflejar de manera detallada la diversidad de la vida de los ecosistemas terrestres ya desaparecidos.
Un equipo científico ha descubierto la primera evidencia de conducta de cortejo sexual en el registro fósil de los colémbolos –unos pequeños artrópodos hexápodos y sin alas muy próximos a los insectos– de hace unos 105 millones de años. El estudio, en el que participan la Universidad de Barcelona y el Instituto Geológico y Minero de España, también documenta la evidencia más antigua de agregación en estos hexápodos que están presentes en la mayor parte de los ecosistemas terrestres.
El ámbar hallado en Sant Just, en Teruel, ha vuelto a sorprender a los científicos, esta vez con dos ejemplares de menos de dos milímetros de longitud de una nueva especie de mosca de 105 millones de años de antigüedad. El descubrimiento destaca por la excepcional conservación de las piezas, en las que se pueden observar los músculos de las moscas por transparencia al microscopio, así como un ácaro parásito que estaba adherido a una pata de una de ellas.
Un escarabajo nocturno, al que le faltaba un trozo de antena, quedó atrapado durante el Eoceno en una resina y expulsó un fluido digestivo por el estrés. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Alcalá lo han analizado y han descubierto que se trata de una nueva especie fósil: Limodromus emetikos.
Un equipo de investigadores españoles ha descubierto en una pieza de ámbar de Birmania una garrapata fósil de unos 100 millones de años de antigüedad que chupaba la sangre a los dinosaurios terópodos con plumas. El nuevo trabajo revela la primera evidencia directa de la relación de parasitismo entre ácaros y dinosaurios con plumas, algunos de los cuales evolucionaron hacia el linaje de las aves modernas a finales del Cretácico.
Un equipo científico ha descubierto las primeras evidencias de cuidado parental en los crustáceos del orden Tanaidacea hace más de 105 millones de años. Este nuevo hallazgo se basa en el análisis de tres pequeños crustáceos de especies distintas del Cretácico que se han preservado en piezas de ámbar de los yacimientos de Peñacerrada en Álava y La Buzinie en Francia, referentes europeos en el estudio del registro fósil del ámbar con bioinclusiones del Mesozoico.
En el Cretácico, hace unos 105 millones de años, no existían ni hormigas, ni abejas ni mariposas con espiritrompa, y la mayoría de ecosistemas terrestres estaban dominados por plantas sin flores (gimnospermas). Darwinylus marcosi es el nombre del escarabajo –inspirado en la pasión del naturalista inglés Charles Darwin por estos insecto– que representa la primera evidencia científica de un nuevo patrón de polinización en insectos en el Cretácico medio, según un artículo de la revista Current Biology que cuenta con participación española.