Desde que en diciembre los gobiernos anunciaran el Acuerdo de Copenhague como alternativa post-Kioto, los medios de comunicación hablan cada vez más de biodiversidad. Comenzamos 2010 con la celebración del Año Internacional de la Diversidad Biológica, y con una demanda que se hará más explícita a finales de año, en la Cumbre de la Biodiversidad en Japón: que los políticos aprendan de sus errores en materia climática y actúen en nombre de la naturaleza.
A pesar de la amarga resaca que ha dejado tras de sí la Cumbre de Copenhague, algunos avances se han anotado en el Acuerdo. La aprobación del programa REDD (Programa de Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los bosques) reconoce el importante papel que desempeña la reducción de emisiones en la deforestación, y se convierte en una medida de mitigación del cambio climático y de protección de los bosques.
“Para adaptarse al cambio climático hay que mantener la biodiversidad, porque nos da las herramientas para adaptarnos”, apuntaba Jeffrey A. McNeely, científico jefe en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y director del Programa de Biodiversidad de la UICN, durante las sesiones celebradas en Madrid esta semana en la conferencia europea Meta y visión post-2010 en materia de biodiversidad.
“La lucha contra el cambio climático, la pobreza y la pérdida de biodiversidad son tres políticas interrelacionadas que necesitan estrategias comunes o coordinadas para lograrlo”, afirma a SINC Theo Oberhuber, coordinador de Ecologistas en Acción. “Las medidas que se toman para detener el cambio climático están teniendo consecuencias para la biodiversidad”, añade el investigador y activista.
Según el último informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), Diez mensajes para 2010 sobre Cambio climático y Biodiversidad, si una especie no puede sobrevivir en su hábitat natural debido al cambio climático, tiene dos opciones: buscar un hábitat alternativo o desaparecer. En 2008, los informes de la Directiva de Hábitats por países europeos demostraron además que el 19% de los hábitats y el 12% de las especies europeas de interés ya están amenazadas por el cambio climático.
La degradación de ciertos hábitats como las ciénagas o los humedales en Europa es evidente. Más del 50% está afectado de forma negativa. Además al ser importantes reservas de carbono, su degradación emite gases de efecto invernadero en la atmósfera.
“La gente dice que hay que sacrificar la biodiversidad frente al cambio climático, pero esa no es la cuestión. No hay que elegir, porque están íntimamente relacionadas. Si nos adaptamos al cambio climático hay que mantener la biodiversidad”, asegura McNeely. El informe de la EEA lo corrobora: mantener los ecosistemas es “vital” para la mitigación y adaptación al cambio climático.
Hacia la sexta extinción masiva
Los científicos consideran que entre cinco y 30 millones de especies habitan la Tierra, pero por ahora sólo se han descrito 1,8 millones. Sin embargo, entre 10.000 y 50.000 especies animales y vegetales desaparecen cada año debido a la destrucción de hábitats, la fragmentación de los bosques, la contaminación, la introducción de especies invasoras, la sobreexplotación de recursos naturales, y los efectos del cambio climático. Los expertos hablan de la sexta extinción masiva de especies, siendo la última la desaparición de los dinosaurios.
En un balance de la UNESCO que se presentará el próximo mayo Perspectivas mundiales sobre la diversidad biológica la comunidad científica advierte la disminución de un 74% de la deforestación en el Amazonas y de un 45% en el índice anual de desaparición de manglares. No obstante, el documento pone también de manifiesto un aumento del 26% en la proporción de grandes hábitats de aves, de los cuales cerca del 12% se benefician de algún tipo de protección.
Pero Gordon McInnes, director ajunto de la Agencia Europea de Medio Ambiente, subraya otro dato preocupante: el 34% de la ciudadanía europea no ha oído nunca hablar de biodiversidad, que sigue menguando cada día.
Una de las razones es el fracaso del objetivo de la UE para detener en 2010 la pérdida de biodiversidad. Una meta que se adoptó en diferentes convenios internacionales y se aprobó por 110 jefes de Estado en 2001. Los gobiernos y los organismos internacionales admiten que no se ha alcanzado. “No lo han conseguido porque no ha existido voluntad política para lograrlo”, subraya Oberhuber.
Según el portavoz de Ecologistas en Acción, compatibilizar el crecimiento económico y la detención de la pérdida de biodiversidad no es posible. “Mientras que el objetivo sea seguir creciendo económicamente año tras año, no podremos detener la pérdida de biodiversidad”, sentencia Oberhuber.
La biodiversidad en España
España es uno de los países más privilegiados del continente europeo en número de especies. Su localización geográfica cerca del continente africano, y la disposición de sus montañas, entre otros, la convierten en un “punto caliente” con condiciones óptimas para ello. En la Península Ibérica existen unas 85.000 especies de fauna y flora -el 54% del total de especies europeas, y cerca del 50% de las especies únicas en Europa-, entre las que se incluyen unas 8.000 plantas vasculares, 15.000 hongos, 50.000 invertebrados y 635 especies de vertebrados.
“Sin embargo es uno de los países que más han destruido la biodiversidad en los últimos diez años. Estamos a la cabeza de biodiversidad pero también de destrucción de biodiversidad”, ha confirmado el ecologista. En el último siglo se han extinguido al menos 17 especies animales y 24 especies vegetales.
Según WWF España, el 26% de las especies de vertebrados se encuentra incluido en categorías de conservación “poco favorables” y las especies declaradas en peligro de extinción se han duplicado en los últimos 25 años. El lince ibérico, el águila imperial y el oso pardo son las especies emblemáticas más amenazadas.
“El cambio climático en nuestro país ya está provocando en los sistemas costeros o zonas húmedas del interior una degradación, pero también hay que ser conscientes que la pérdida de biodiversidad provoca cambio climático sobre todo por la destrucción de zonas boscosas”, ha concretado el ecologista.
Según los expertos, hay que plantear nuevas políticas de biodiversidad encaminadas a esos efectos del cambio climático. Por ejemplo, cambiar las políticas de áreas protegidas para crear auténticos corredores. La conectividad de las diferentes áreas es “esencial” sobre todo en el caso de las montañas, que son “islas de biodiversidad”.
Sin duda, la preservación de la naturaleza se ha convertido en una medida urgente, como la lucha contra el cambio climático. No es una opción, porque el bienestar humano también está en juego. Desde el 1 de enero de 2010 las cartas están echadas: se espera un objetivo firme y “razonable” que anuncie en 2020 que los seres humanos han sido capaces de frenar la pérdida de biodiversidad.