Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en colaboración con otras instituciones, han medido por primera vez si la actividad física de personas que han superado el cáncer sigue las recomendaciones internacionales. Los 180 pacientes analizados superan con creces estos niveles, duplicando los niveles sugeridos por la Organización Mundial de la Salud, pero muestran tasas de obesidad alarmantes.
La actividad física regular es recomendable para todo tipo de personas, incluyendo tanto a enfermos de cáncer que están recibiendo un tratamiento como a aquellos que han superado la enfermedad. Un equipo de investigadores, en el que participa la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha medido por primera vez cómo es el nivel de este ejercicio en supervivientes españoles.
Tomando como referencia las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) –que aconseja un mínimo de 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, 75 de ejercicio intenso o una combinación de ambos–, los expertos han averiguado cómo son los hábitos de 180 pacientes que han superado el cáncer, y de 105 que no lo han padecido nunca.
“El 94% de los supervivientes de la enfermedad cumplieron las recomendaciones internacionales. En la población sin cáncer, la proporción llegó al 96%”, asegura Héctor Cebolla, investigador del departamento Sociología II de la UNED y uno de los autores del estudio, que se publica en Oncology Nursing Forum.
Ambos grupos realizaron una actividad física muy superior a los 150 minutos semanales de ejercicio moderado recomendados, doblando incluso la cifra: 356 minutos a la semana los supervivientes de cáncer y 395 los que no lo habían sufrido.
Las personas que habían superado la enfermedad asistieron al servicio de oncología del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid) entre mayo de 2011 y junio de 2012. Hacía al menos un año desde que se les diagnosticó la enfermedad, tres meses del final del tratamiento y no tenían signos de metástasis.
“Los tumores más representados son los más frecuentes, mama y colorrectal, pero también se evaluaron tumores poco frecuentes como renal o tímico”, detalla Ana Ruiz-Casado, oncóloga del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid) y autora principal del estudio.
Las personas que no padecían la enfermedad fueron localizadas en dos centros de salud cercanos al hospital de Fuenlabrada entre noviembre de 2011 y junio de 2012. El 62% de ellos se consideraban con un buen estado de salud, aunque el 48% padecía dolencias crónicas, el 36% admitió dolores crónicos y el 17% había sufrido una enfermedad cardiovascular.
Tasas de obesidad “preocupantes”
Para medir los niveles de ejercicio de los participantes, los investigadores les suministraron acelerómetros que tenían que llevar puestos por encima de la cadera derecha –fijados con una cinta elástica– durante todo el día, como mínimo una semana. Además, midieron su índice de masa corporal y les pidieron que completaran un cuestionario sobre su perfil socioeconómico y estilo de vida.
Aunque los resultados de actividad física fueron muy positivos, no ocurrió lo mismo con los perfiles cardiometabólicos, que revelaron tasas de obesidad “preocupantes”, de en torno al 30%, además de una mala condición física, con respuestas cardiorrespiratorias muy bajas frente al esfuerzo aeróbico. “Que la población cumpla las recomendaciones internacionales es bueno, pero lo ideal es que se hiciera el ejercicio suficiente como para conseguir un índice de masa corporal adecuado y una buena aptitud cardiorrespiratoria”, mantiene la oncóloga.
Los cuestionarios también arrojaron un resultado curioso: las personas que vivían solas hacían menos actividad física. No influían otros parámetros como la edad, el sexo, el nivel de educativo o vivir cerca de zonas verdes, pero sí vivir en pareja.
“El mecanismo concreto que vincula el matrimonio con la forma física es difícil de precisar pero tiene que ver con la creación de un entorno de vida más colaborativo y acogedor ante una enfermedad o cualquier otro problema que requiera cuidados”, sugiere el investigador de la UNED.
EEUU, por debajo de las recomendaciones
Estudios similares realizados en Estados Unidos –con acelerómetros pero sin el uso de cuestionarios–, reflejan resultados mucho más bajos que los españoles, de 26 y 42 minutos de ejercicio semanal para supervivientes de cáncer de mama y de próstata respectivamente.
“Los datos de la National Health and Nutrition Examination (EEUU) revelaron que solo el 4,5% de supervivientes y el 12,7% de personas sin antecedentes cumplían las recomendaciones internacionales”, indica Cebolla.
Los autores concluyen su estudio apuntando a que el personal de enfermería debidamente preparado podría realizar el seguimiento de la actividad física de estos pacientes. Además, subrayan la importancia de que los especialistas en actividad física, junto con médicos, cirujanos, oncólogos y enfermeros, formen un mismo equipo multidisciplinar que asesore a la persona que ha tenido cáncer.
La investigación ha sido dirigida por el Hospital Universitario Puerta de Hierro y, además de con la UNED, ha contado con la colaboración del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid), el Centro de Salud Francia (Madrid), la Universidad de Zaragoza y la Universidad Europea (Madrid).
Referencia bibliográfica:
Ana Ruiz-Casado, Ana Soria Verdugo, María J. Ortega Solano, Itziar Pagola Aldazábal, Carmen Fiuza-Luces, Lidia Brea Alejo, Julio R. Padilla del Hierro, Isabel Palomo, Oscar Aguado-Arroyo, Nuria Garatachea, Héctor Cebolla y Alejandro Lucía. “Objectively Assessed Physical Activity Levels in Spanish Cancer Survivors”, Oncology Nursing Forum, 41 (1), enero 2014. DOI: 10.1188/14.ONF.E12-E20.
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