Las emisiones europeas de aerosoles de vida corta inducen cuatro veces más muertes infantiles fuera de Europa que dentro. Además, los niños de África e India son altamente sensibles a estas partículas, según un estudio que ha analizado el coste social y económico de las emisiones antropogénicas de este tipo por región de origen.
Los gases de efecto invernadero de larga duración son insensibles a la ubicación de la fuente de emisión, ya que se propagan por todo el globo, persisten durante siglos y se distribuyen uniformemente por la atmósfera. No ocurre lo mismo con los principales contaminantes de vida corta: los aerosoles. Su impacto y magnitud es geográficamente distinto y específico de cada región.
La localización original de los aerosoles emitidos y otros contaminantes de vida corta puede influir considerablemente en sus efectos posteriores sobre el clima, el bienestar humano y el crecimiento económico. Por otro lado, crean cambios climáticos externos e impactos mucho mayores que los percibidos localmente, según un nuevo estudio que abarca ocho grandes regiones del mundo.
El trabajo, publicado en la revista Science Advances y liderado por varias universidades norteamericanas, da a conocer la huella de los aerosoles en China, EE UU, Brasil, Europa Occidental e India, gracias a la combinación de modelos climáticos globales. El equipo científico que lo lidera ha analizado los daños respecto a la mortalidad infantil, productividad de cultivos y crecimiento económico derivados de las emisiones de estos contaminantess.
Sus resultados apuntan a que la mortalidad infantil en India y África Oriental es mucho más sensible a los aerosoles, si se compara con Europa. Por otra parte, las emisiones europeas indujeron un exceso de muertes infantiles cuatro veces mayor fuera de Europa que dentro.
“El impacto de las emisiones de aerosoles en la mortalidad infantil depende tanto de su distribución en la superficie, como del número de niños vulnerables que vivan en un lugar determinado. Este hecho es lo que explica que las emisiones de aerosoles europeas se distribuyen ampliamente —por los patrones de circulación atmosférica— sobre muchas partes del subcontinente africano, donde viven muchos niños muy vulnerables a las enfermedades derivadas de la mala calidad del aire. Aunque gran parte de ese aerosol se queda también en Europa, simplemente no hay tantos niños y estos no son tan vulnerables”, puntualiza a SINC Geeta Persad, de la Universidad de Texas (EE UU) y coautora de este estudio.
Los aerosoles dañan el tejido pulmonar cuando se inhalan y pueden causar tanto problemas agudos como el asma, como problemas crónicos relacionados con enfermedades pulmonares e incluso cáncer. “Estas partículas también cambian los patrones de temperatura y precipitación y reducen la visibilidad del aire, todo lo cual afecta a la capacidad de crecimiento de los cultivos. Estos impactos, así como los efectos de la temperatura en aspectos como la productividad laboral, contribuyen al impacto general de los aerosoles en la productividad económica”, explica la investigadora.
Por países, China sigue siendo el mayor emisor de estos contaminantes de vida corta. “Sin embargo, se prevé que otros países, sobre todo algunas zonas de África y el sudeste asiático, aumenten sus emisiones a medida que se industrialicen más”, apunta Persad.
La mayoría de nuestros procesos industriales, de producción de energía, de transporte e incluso agrícolas producen aerosoles en algún grado. “De los peores son la combustión de carbón para procesos energéticos o industriales y los vehículos pesados, así como los camiones o los equipos de construcción, pero la quema de residuos agrícolas también puede ser una fuente. Mucho tiene que ver con el grado de regulación de un sector y con el hecho de que se utilicen o no versiones más limpias de los procesos”, enfatiza la investigadora.
El modelo que han creado para el estudio del sistema terrestre proporciona una simulación tridimensional de cómo responde todo el sistema, desde la atmósfera hasta el océano y la superficie, al cambio en las emisiones. Utiliza un conjunto de ecuaciones físicas sobre cómo la energía y la masa se mueven a través de dicho sistema para simular los patrones climáticos a escala mundial.
“Muchos de los procesos que actualmente son las principales fuentes de aerosoles disponen de tecnologías que pueden limitar sus emisiones. Algunos ejemplos son la colocación de depuradores de dióxido de azufre en las centrales eléctricas de carbón o de determinados filtros en los motores o generadores diésel. Pero la forma más eficaz de reducir las emisiones de aerosoles, al igual que las de dióxido de carbono, es disminuir nuestro uso de la combustión en todos los sectores. Esto significa reducir el uso del carbón, de otros combustibles fósiles y de la combustión de biomasa de forma generalizada”, concluye Persad.
Referencia:
Jennifer Burney et al. “Geographically resolved social cost of anthropogenic emissions accounting for both direct and climate-mediated effects”, Science Advances.