El desarrollo urbano de los humanos se solapa con el hábitat de animales y plantas silvestres, y crea entornos que degradan los paisajes naturales. Entre las consecuencias destacan la proliferación de mosquitos, y la reducción de la cantidad de alimento para los peces. En relación a la gestión de las aguas urbanas, ecólogos estadounidenses han presentado, durante la Reunión Anual de la Sociedad Ecológica de Norteamérica, los resultados de sus investigaciones que pretenden equilibrar a una sociedad urbanizada con la protección de los ecosistemas acuáticos. Los ‘tejados verdes’ serían una solución.
Las personas, los animales y las plantas tienen en común la necesidad de ecosistemas de agua dulce saludables y sostenibles. Sin embargo, el ser humano contamina los hábitats de animales y plantas con el desbordamiento de aguas residuales, que entran en las corrientes y lagos a través del agua de escorrentía. A pesar de ser perjudicial para la mayoría de los organismos, hay un grupo de insectos que prosperan en él: los mosquitos.
Un equipo de investigación, liderado por Luis Fernando Chaves, investigador en la Universidad de Emory (EE UU), descubrió mosquitos en abundancia en un arroyo contaminado por aguas residuales en Atlanta, pero no los había en un arroyo cercano que permanecía limpio. Según los científicos, los mosquitos eran más grandes en los arroyos con altos niveles de minerales orgánicos (en este caso, el nitrógeno y el fósforo) procedentes de plantas de tratamiento de aguas residuales. Los experimentos en laboratorio confirmaron el descubrimiento.
“En esta red alimenticia, los mosquitos se alimentan de microorganismos que necesitan nitrógeno y fósforo para crecer”, ha comentado Chaves. “Esto se traduce en un aporte de alimentos para los mosquitos”, ha añadido el investigador. Para el científico, cuando hay más materia orgánica, los microorganismos prosperan y las larvas de mosquitos comen “como reyes”.
No obstante, los insectos acuáticos, que se alimentan de larvas de mosquitos, pueden intoxicarse cuando hay desbordamientos de aguas residuales por el exceso de nitrógeno y fósforo. “La combinación del aumento de alimento y la posible disminución de los depredadores puede ser la clave de la proliferación de estos mosquitos”, ha asegurado Chaves.
A esto se añade el que los mosquitos más grandes, que tienen un ciclo de vida más largo, pueden convertirse en portadores de agentes patógenos que causan enfermedades a los humanos. “Las ciudades deberían separar las aguas residuales que se desbordan de las aguas de escorrentía para evitar la creación de un hábitat ideal para los mosquitos”, ha aconsejado Chaves.
Menos alimentos para los peces
Otro tema debatido en la Reunión Anual de la Sociedad Ecológica de Norteamérica es la fuente de alimentos de las orillas para el sustento de los peces lacustres. Tessa Francis, investigadora en la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA, en sus siglas en inglés), estudió la relación entre la urbanización de las orillas de un lago y la cantidad de insectos terrestres disponibles para alimento de los peces que viven en él. Para ello, analizó el contenido estomacal de peces durante un año en cuatro lagos de la región Pacífico Noroeste, estudió ejemplares de 28 lagos de esta región, y reunió los datos publicados sobre poblaciones de peces de los lagos de toda América del Norte.
En los lagos no urbanizados, los brotes de insectos suelen producirse en oleadas, en las que los insectos emergen en un corto período de tiempo, pero Francis y su equipo no encontraron signos de estos fenómenos en las zonas muy urbanizadas. Esta disparidad se manifestó en la disponibilidad de alimentos para los peces: en los cuatro lagos, los insectos terrestres constituían hasta el 100% de la dieta de los peces en los lagos no urbanizados, en comparación con el 2% como máximo de los lagos urbanizados, un patrón que también se observaba a escala regional y nacional.
Francis también mostró que la trucha en los lagos urbanizados recibía una ingesta diaria de energía un 50% menor. “La menor ingesta de energía puede ralentizar el crecimiento y poner en peligro la reproducción de los peces, dando lugar en última instancia a que la población disminuya”, ha explicado la investigadora. Pero incluso una cantidad mínima de vegetación en las orillas puede servir como hábitat a los insectos.
“Las orillas de nuestros lagos tienen que seguir tan intactas como sea posible, con una mezcla de árboles y arbustos”, ha añadido la científica. “Pero es posible que no se necesite un denso bosque nativo. Existen diseños similares que son compatibles tanto con el desarrollo urbanístico de las orillas de los lagos como con el mantenimiento de las cadenas tróficas del lago”, ha manifestado Francis.
Reducir la escorrentía de las tormentas en ciudades
Para compensar el calor, aumentar la biodiversidad de la ciudad, y disminuir la escorrentía producida por las tormentas, muchas ciudades estadounidenses están empezando a incorporar tejados verdes (greenroofs) en sus planes de ordenación. La escorrentía puede ser problemática en las ciudades donde se canaliza el agua de lluvia por las calles y aparcamientos directamente hacia los arroyos, llevando consigo los productos químicos y los desechos y aumentando el riesgo de inundaciones repentinas.
Sin embargo, instalar jardines en los tejados permite absorber parte de esta agua “como una esponja que se satura”, ha explicado Olyssa Starry, estudiante graduada en la Universidad de Maryland en Baltimore (EE UU). Starry ha estudiado un tejado verde situado en la azotea de un edificio de Baltimore, y lo ha comparado con el mismo edificio sin tejado verde para determinar en qué grado éste absorbe el agua de las tormentas frecuentes. Los resultados demostraron que el tejado verde retenía entre el 30 y el 75% del agua de lluvia, comparado con la cantidad insignificante que se retenía en el edificio sin tejado verde.
Aunque sus resultados son preliminares, las ciudades pueden obtener beneficios, al incluir en sus ordenanzas de construcción la colocación de jardines en las azoteas, ya que ciudades como Toronto y Berlín lo han hecho recientemente. A través de imágenes por satélite SIG, Starry estimó el número y la superficie de los edificios que podrían albergar tejados verdes dentro de la cuenca del área de Baltimore, y manifestó que “si todos estos tejados se ajardinan, la ciudad podría ahorrar a la cuenca más de 30 millones de litros de agua por año, o alrededor del 10% de su pérdida de agua anual.