La Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM) ha realizado los primeros avistamientos de rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) de la temporada a pocas millas de las costa catalana. Empiezan así las migraciones de esta especie de ballena hacia el mar de Liguria, al noroeste del Mediterráneo. A su paso por aguas españolas, los cetáceos deben protegerse y respetarse, confirman desde el CRAM.
Del mes de marzo a junio, los grandes cetáceos pasan por la costa de Tarragona y del Maresme, según ha registrado el equipo del CRAM. El avistamiento permite a los expertos advertir del peligro de causar molestias a estos animales, ya que “cualquier interferencia puede distorsionar su migración”, explican los científicos.
Para proteger a las ballenas que se alimentan o que descansan en aguas españolas, el Real Decreto 1727 del 2007 marca una zona de exclusión de 60 metros alrededor del animal donde no está permitida la entrada o permanencia de embarcaciones. Si alguna embarcación se encuentra dentro de esta área de forma imprevista, debe poner el motor en punto muerto y, si es necesario, tendrá que parar. Además, “está prohibido el uso de métodos acústicos como el sónar o la sonda dentro de esta zona”, añaden los expertos.
La ley delimita también una zona de permanencia restringida de 300 metros alrededor del animal donde “las aproximaciones se tienen que realizar en un ángulo de 30 grados (nunca por delante, por detrás o perpendiculares a la trayectoria del animal) y donde no puede haber más de dos embarcaciones”, especifica el CRAM. En el caso de detectarse la presencia de crías, el paso se prohíbe.
A parte de las leyes que protegen a los cetáceos, el CRAM se encarga desde el año 1994 de la asistencia a las especies marinas amenazadas varadas en el litoral catalán por encargo del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat.
Reconocer el rorcual común a su paso por el Mediterráneo
El rorcual común es una ballena que mide entre 18 y 23 metros de longitud que, como todos los rorcuales, se caracteriza por un sistema de pliegues que le permite hinchar la papada y filtrar el plancton y el krill a través de sus barbas. Según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), este cetáceo está considerado una especie amenazada y, junto con el cachalote (Physeter macrocephalus), es el único gran mamífero marino que queda en el Mediterráneo.
El rorcual común es fácilmente distinguible del cachalote por su soplo completamente vertical y porque no muestra su cola (aleta caudal), tan solo deja ver su lomo y su aleta dorsal. Su rastro se identifica gracias a la llamada “huella de ballena”, un cambio de tonalidad en la superficie del mar provocado por el movimiento de su cola debajo del agua.
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