La cantidad de agua necesaria para producir los alimentos que tiramos a la basura, tanto los que sobran en el plato como los que se estropean sin consumir, ronda los 131 litros por persona y día, el equivalente a una bañera llena hasta arriba. Así lo han estimado investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid tras analizar el consumo alimentario realizado en los hogares españoles durante un año.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han llevado a cabo un estudio de los hábitos de consumo de alimentos y de los patrones de desperdicio de los mismos en los hogares españoles para evaluar los impactos en los recursos hídricos domésticos e identificar posibles vías para evitar malgastar agua. Los resultados los han publicado en la revista Ecological Indicators.
En concreto, han estimado la huella hídrica, es decir, la cantidad de agua necesaria para producir los alimentos de la dieta y los que se desperdician en las casas durante un año. Además, han analizado el origen geográfico de todos los productos para conocer el origen del agua que se usa para generar estos bienes y conocer la cantidad de agua 'importada' desde otros países que utilizamos.
Los resultados muestran que, para el período analizado (octubre 2014-septiembre 2015), la huella hídrica del consumo por hogar en España es de 52.933 hm3, lo que equivale a 3.302 litros por persona y día. Esto equivaldría a la misma cantidad de agua que se utilizaría en unas 33 duchas de cinco minutos por persona y día.
Los productos que representan el mayor porcentaje de huella hídrica total son la carne y las grasas animales (26%) y el conjunto de productos lácteos (21%). Por otro lado, aproximadamente el 41% de la huella hídrica proviene de otros países, es decir, es 'agua virtual importada'. Los principales países de origen son Túnez, Portugal y Francia.
En cuanto a la huella hídrica asociada al desperdicio de alimentos (tanto los que sobran en el plato como los que caducan y se estropean antes de consumirlos) se ha estimado en 2.095 hm3 para toda España, equivalente a 131 litros (o a una bañera llena de grandes dimensiones) por persona y día.
Otra de las conclusiones es que el tipo de dieta influye más que el desperdicio de productos en la huella hídrica relacionada con los alimentos. Así, la opción de ingerir dietas más sostenibles y saludables, como la mediterránea, podría generar importantes beneficios colaterales en el medio ambiente en relación con la tierra, la energía y el agua.
Así lo señala Alejandro Blas, uno de los autores del trabajo: "Aunque una parte de la población todavía sigue una dieta mediterránea, los actuales patrones de consumo españoles están cambiando hacia una alimentación con mayor consumo de carne y productos azucarados respecto a las raciones recomendadas. Mantener una dieta mediterránea en la que las frutas, verduras y pescado representan una mayor porción de la ingesta de alimentos, proporcionaría un gran ahorro de agua en los hogares”.
Los múltiples conjuntos de datos requeridos para este tipo de estudios ponen de manifiesto las dificultades para obtener estimaciones del consumo y desperdicio de alimentos y su relación con la gestión del agua. Es necesario continuar con la investigación en este ámbito para desarrollar enfoques metodológicos estándar que ayuden en la formulación de políticas y recomendaciones.
Producir más alimentos sin comprometer el medio ambiente
Se estima que para el año 2050 seremos más de 9 mil millones de personas en el mundo. Este aumento de población, junto con el hecho de vivir en una sociedad cada vez más urbana, hace que nos enfrentemos a un reto de grandes dimensiones: producir más alimentos con el fin de abastecer a toda la población mundial con unos patrones de consumo cambiantes. Según la FAO, se necesitará producir entre un 50-60% más de alimentos en las próximas décadas y, todo ello, sin comprometer el medio ambiente y bajo un escenario de cambio climático.
Durante los últimos años, la mayoría de los esfuerzos para abordar este problema se han centrado en explorar vías para aumentar la producción global de alimentos, es decir, incrementar la oferta. Sin embargo, de un tiempo a esta parte los esfuerzos también se están centrando en mejorar los hábitos y patrones de consumo, puesto que se está demostrando que una mejor gestión de la demanda tiene implicaciones positivas tanto para la salud como para el medio ambiente.
Dado que la agricultura representa alrededor del 70% de todos los usos relativos al consumo del agua y que la competencia por dicho recurso conduce a un aumento de problemas de escasez en muchas partes del mundo, el agua es uno de los principales factores limitantes de la producción agrícola, por lo que su manejo y gestión es de vital importancia.
En este contexto, el Centro de Estudios e Investigaciones para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM, centro mixto UPM-ENESA-AGROMUTUA-MAVDA) ha llevado a cabo este y otros trabajos para abordar la relación entre dietas-volumen de agua necesaria para producir sus ingredientes.
Referencia bibliográfica:
Alejandro Blas, Alberto Garrido, Bárbara Willaarts. "Food consumption and waste in Spanish households: Water implicationswithin and beyond national borders". Ecological Indicators 89: 290-300. June 2018.