Ibiza y Formentera, además de un paisaje idílico de arena y agua cristalina, cuentan con extensas praderas submarinas de posidonia, una planta amenazada que ayuda a proteger las playas. Para preservarla se han puesto en marcha diversas medidas legales y de conservación. Manu San Félix, biólogo marino y fotógrafo, es uno de los precursores de una app que cartografía el fondo marino para evitar los anclajes de los barcos.
Hace menos de un mes que se aprobó el decreto de la posidonia para proteger las praderas submarinas de esta planta amenazada en Baleares y ya han aparecido las primeras denuncias de organizaciones ecologistas para que yates y barcos cumplan la normativa.
La Posidonia oceánica es endémica del Mediterráneo y ejerce de ‘protectora’ del oleaje y la erosión de la costa, estabiliza las playas, levanta arrecifes que se elevan sobre el fondo marino varios metros y secuestra grandes cantidades de CO2. Es un aliado perfecto contra el cambio climático y en ella viven millones de organismos.
Además del reciente decreto que el Govern balear aprobó en el pasado mes de julio, es fundamental la concienciación de los turistas y de los barcos que fondean las costas de islas como Ibiza y Formentera. Para ello se ha creado una app, Posidonia Maps, que está disponible desde junio de forma gratuita y que permite, junto con Google Earth, hacer visible cada metro cuadrado de pradera de posidonia de Ibiza y Formentera.
La aplicación ha combinado diferentes tecnologías aplicadas a la cartografía: imágenes aéreas realizados con un dron, reconocimiento en inmersión, un sonar de barrido lateral y un perfilador que posiciona con precisión inferior a un metro la posidonia. Con toda esa información se ha elaborado una base de datos y se ha volcado en la app para móvil y web.
“Lo que hemos hecho con el sonar de barrido lateral es como una ecografía del fondo. Eso va conectado a un GPS diferencial que te da una precisión de posicionamiento entre 30 cm y un metro. El software lo integra y te aparece la fotografía del fondo. Ojalá tuviéramos esa cartografía de cómo era hace 50 años, porque tendríamos una precisión de lo que se ha perdido, que es mucho”, dice a Sinc Manu San Félix, biólogo marino y fotógrafo profesional de organizaciones internacionales como National Geographic.
Pradera de posidonia en Formentera / Manu San Félix
Posidonia maps permite también crear una vigilancia online en tiempo real y abierta al público para controlar el fondeo de barcos sobre las praderas, así como elaborar cartografías temáticas muy valiosas desde el punto de vista de la conservación, usos turísticos o recreativos y valor ambiental.
Una planta que solo crece un centímetro cuadrado al año
Las Islas Baleares poseen el 50% del total de estas praderas de las costas de todo el Estado. El Parc Natural Ses Salines de Ibiza y Formentera alberga una de las mayores extensiones de posidonia del Mediterráneo, pero sufre una gran presión debido al fondeo de barcos, con unas 4.000 embarcaciones navegando a diario dentro del parque en estos meses de verano. Es una de las principales causas de desaparición de la posidonia.
“Tenemos que hacer una cartografía de toda nuestra posidonia, porque nos sirve para tener una referencia de cómo estamos ahora y ver el futuro. La app tiene una aplicación directa para los usuarios que salen a navegar conozcan las zonas de praderas de posidonia. Además, existen beneficios secundarios porque también tenemos problemas con los cables submarinos de la red eléctrica, y de esta manera puedes avisar a los que vayan a echar el ancla que es una zona de punto de enganche de estos cables”, explica San Félix.
En los últimos 50 años se calcula que se ha perdido un 34% de la extensión ocupada de praderas de posidonia en el Mediterráneo Occidental. Debido al daño mecánico causado por la pesca de arrastre, al fondeo de embarcaciones, la urbanización de la costa y otras formas de contaminación.
Depurar las aguas
“El problema más grande que tenemos que afecta a la posidonia y al fondo marino es la insuficiente depuración del agua. Ha crecido muchísimo la población y el turismo, pero las instalaciones de depuración no han crecido a la misma velocidad”, añade el biólogo.
Si se fondea en zonas de posidonia se destruye una planta que tan solo crece un centímetro cuadrado al año. Allí donde la posidonia desaparece, las playas se vuelven inestables, el agua pierde transparencia y el ecosistema completo se resiente. Debido a su lento crecimiento, la posidonia necesita mucho tiempo para recolonizar zonas en las que ha sido eliminada y, en algunos casos, precisa más de tres siglos para recubrir áreas dañadas.
Para San Félix, el decreto para proteger a la posidonia era necesario: “Genera polémica, pero es importante porque ayuda a los cambios de hábito. Yo siempre pongo el ejemplo del tabaco. Cuando salió el decreto hubo muchísimas voces en contra y luego no pasó nada, al revés, fomentó una mejora. Tenemos que hacer un esfuerzo y cambiar nuestras rutinas de salir al mar para no fondear en posidonia”.
Respecto a la limpieza de las playas de posidionia con fines estéticos, el biólogo también muestra su preocupación. “Es una planta, no es un alga que ensucia. Hay que eliminar ese mensaje. Las hojas de posidonia que llegan a la arena tienen una importancia altísima en la morfología de la playa, porque retienen la arena, y esa es una asignatura pendiente: estudiar cómo se hace esa limpieza".
Perder un metro de posidonia es para el biólogo “un lujo que no nos podemos permitir”. “Tenemos el conocimiento y la tecnología para hacer las cosas bien y proteger lo que tenemos. Además, hay que ser ambiciosos y recuperar parte de lo que hemos perdido, porque podemos hacerlo”, concluye.