Los últimos datos publicados por la OMS y UNICEF muestran que, en 2020, 23 millones de niños y niñas no recibieron las vacunas infantiles básicas administradas a través de los servicios de salud habituales, la cifra más elevada desde 2009.
El empeño de Azucena Bardají (Barbastro, Huesca, 1974) es llevar a los países pobres la protección sanitaria que disfrutan los niños del primer mundo. Por eso, vive entre Barcelona y Mozambique, donde se dedica a evaluar las vacunas suministradas a mujeres embarazadas. Su objetivo es proteger a través de la placenta a los recién nacidos contra dolencias como la tos ferina y la bronquiolitis, que diezman la vida de muchos bebés en los países en vías de desarrollo.
Una cuarta parte de los padres cree que las vacunas son más seguras ahora de lo que pensaban hace un año, según una encuesta de ámbito nacional realizada en EE UU. Además, hay un tercio más a favor de la necesidad de vacunación para entrar a la guardería o escuela. El pasado 30 de junio el gobernador de California, Jerry Bill, firmó un proyecto de ley para imponer una de las normativas más estrictas de la nación al respecto.