Científicos españoles han estimado por primera vez la capacidad de carga de los carnívoros en los ecosistemas del Pleistoceno europeo, y cómo las peculiares condiciones ecológicas de estas comunidades de seres vivos pudieron suponer ventajas significativas para los primeros habitantes del continente. El estudio está liderado por dos investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.
Un estudio del campo magnético de la Tierra en el pasado, también conocido como investigación paleomagnética, realizado en el yacimiento de la Gran Dolina sitúa la industria lítica hallada en este lugar de la Sierra de Atapuerca al final del Pleistoceno inferior, hace entre 780.000 y 900.000 años. Esto implica que la dispersión humana por el sur de Europa tuvo lugar hace menos de un millón de años.
Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana ha hecho una revisión de la mandíbula de Mountmarin-La Nicherealiza, un fósil humano hallado en 1949 al sur de Francia, cuyas características respaldan la hipótesis de la evolución en mosaico del linaje neandertal. Los restos tienen una antigüedad de entre 200.000 y 240.000 años, y su estructura es muy arcaica con piezas dentales indiscutiblemente neandertales.
Investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, han analizado la influencia de las proporciones corporales en el coste de la locomoción. Los resultados indican que la marcha de los homininos extintos no era menos eficiente energéticamente que la de los humanos actuales.
La investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Davinia Moreno, publica un trabajo con las dataciones por Resonancia Paramagnética Electrónica de los yacimientos de Valdocarros, Maresa y Preresa, que confirman la presencia más antigua en la península ibérica de este roedor conocido como topillo de Cabrera.
Esqueleto humano prehistórico en la cueva de Chan Hol, cerca de Tulum / Tom Poole, Liquid Junge Lab
El ADN mitocondrial de un fémur de neandertal encontrado en Alemania aporta nuevos conocimientos sobre la relación genética entre los homínidos del Pleistoceno y nuestra especie. Un nuevo estudio sugiere que los neandertales recibieron, hace más de 220.000 años, la contribución genética de individuos procedentes de África y estrechamente relacionados con los humanos modernos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga ha desarrollado un modelo matemático capaz de evaluar la disponibilidad de alimento durante el Pleistoceno inferior para carnívoros y homininos, un momento previo a la llegada de las primeras poblaciones humanas a Europa. El estudio propone nuevas causas para explicar el retraso de presencia humana en el continente europeo.
Al final del Pleistoceno se produjo un cambio en la cuenca mediterránea que llevó a sus habitantes a alimentarse con animales más pequeños, como los conejos. Estas variaciones en la dieta pudieron deberse a cambios ecológicos que afectaron a las comunidades de grandes mamíferos, reduciendo su población o incluso haciéndolas desaparecer. Esta es una de las conclusiones de un estudio en el que ha participado el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.
El Homo antecessor, una especie que habitó la península ibérica hace unos 800.000 años, habría tenido un patrón alimentario mecánicamente más exigente que el de otras especies de homininos de Europa y el continente africano, según un estudio publicado por la revista Scientific Reports y coliderado por la Universidad de Barcelona, el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y la Universidad de Alicante.