Según la teoría de los refugios glaciares, después de la última glaciación los osos del norte de Euopa se cobijaron en el sur. Investigadores de la Universidad de A Coruña rebaten esta idea: han reconstruido la colonización de los osos pardos en la península ibérica y han demostrado que el linaje de los osos del Pleistoceno se perdió.
El turismo relacionado con la observación de los osos puede tener consecuencias directas, tanto de carácter positivo como negativo. Se pueden ver alterados su comportamiento, su fisiología y su ecología, según un estudio de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB).
Están hambrientos y no tienen comida a su alrededor, por eso viven cerca de los vertederos o migran centenares de kilómetros para encontrar comida. Los osos pardos del noroeste de Turquía, protagonistas de #Cienciaalobestia esta semana, se comportan así como consecuencia de la sobreexplotación de las zonas donde habitan.
Todo aquel que se acerque hasta el Museo Nacional de Ciencias Naturales situado en Madrid podrá ver, a partir de hoy, las 41 nuevas piezas de la exposición ampliada Minerales, fósiles y evolución humana, donadas por la Fundación Bancaria ”la Caixa”. Entre ellas destacan los restos fósiles de un oso cavernario adulto y su cría, y la reproducción hiperrealista a tamaño natural de cuatro especies de homínidos.
Un oso en un bosque europeo. / Vicenzo Penteriani
Un trabajo liderado por la Universidad Sueca de Ciencias Agrarias y la Universidad de Oviedo ha analizado la evolución de las poblaciones de oso pardo, lince, lobo y glotón en Europa. Las cuatro especies se encuentran en proceso de recuperación tras haber sido exterminadas de la mayor parte del continente a mediados del siglo XX, entre otras razones, gracias a una legislación favorable en materia de conservación.
Cráneo de oso de las cavernas que se halló completo en 2008 en la cueva de Lezetxiki. / Aritza Villaluenga.
Fragmento de mandíbula de oso de las cavernas consumida por hienas (Crocuta crocuta spelaea) de la cueva de Ekain. / Aritza Villaluenga.
Recreación artística de una mujer neandertal (en 1968 en Lezetxiki se encontró el humero entero de una neandertal) y un oso de las cavernas. / José Antonio Peñas | Sinc.
Investigadores del País Vasco han indagado sobre la interacción de los primeros neandertales y los úrsidos en la cornisa cantábrica. Su trabajo constata un fenómeno particular: los osos de las cavernas alternaron la ocupación de tres cuevas del valle del Deba (Gipuzkoa) con los humanos hace 120.000 años. Esta competencia entre carnívoros también se prueba en otras dos cuevas de la misma región, en humanos adscritos al Chatelperroniense –hace entre 36.000 y 32.000 años–.