La científica malagueña Rocío Ponce Ortiz ha logrado una de las cinco becas del programa L’Oréal-Unesco Mujer y Ciencia, que este año premia proyectos de nuevos materiales para energías alternativas. Ponce trabaja para lograr células solares y dispositivos electrónicos orgánicos, hechos de polímeros, que serán mucho más baratos que los actuales de silicio y podrán incorporarse casi en cualquier superficie.
No existe nada en el mundo natural que supere la blancura de Cyphochilus y Lepidiota estigma, dos coleópteros que logran su extraordinaria coloración gracias a la geometría de una red de moléculas de quitina muy densa y compleja. La tecnología actual tampoco es capaz de producir una capa tan blanca y delgada.
Investigadores de la Universidad del País Vasco han perfeccionado los revestimientos de algunas resinas mediante nanotubos de carbono. Estos revestimientos se usan en la fabricación de componentes para coches y aviones.
Investigadores de la Universidad de Valencia y el Instituto de Tecnología Química han confirmado por primera vez la posibilidad de modular las propiedades magnéticas de un material inorgánico mediante moléculas orgánicas fotoactivadas.
La gigantesca máquina láser del Lawrence Livermore National Laboratory (EE UU), que aparece en la película Star Trek en la oscuridad en el papel del núcleo de la nave Enterprise, ha logrado comprimir el duro diamante a 5 terapascales, una presión muy similar a la del centro de Saturno. Estudiar el comportamiento de la materia en estas condiciones extremas ayudará a entender lo que sucede dentro de los planetas gigantes.
Con túneles de longitud creciente gracias a los avances en ingeniería, los fabricantes de sistemas de ventilación deben responder a nuevos retos. Es lo que ha hecho Zitrón, compañía que produce los primeros álabes de fibra de carbono para ventilación de mina. Ahora planean adaptarlos a las exigentes condiciones de un posible incendio bajo tierra. Los principales clientes de esta firma asturiana son las grandes minas rusas.
El científico Manuel Vázquez, del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), es el investigador número 1.000 que utiliza las instalaciones de ALBA, el laboratorio de luz de sincrotrón situado en Cerdanyola del Vallés (Barcelona). En este caso, la luz servirá para analizar nanohilos magnéticos.
Los nuevos lanzadores neumáticos con que cuenta el Laboratorio de Impacto en Estructuras Aeronáuticas, situado en el Parque Científico de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), permiten realizar una amplia variedad de estudios sobre problemas de impacto que aparecen en la industria aeronáutica y sobre blindajes óptimos en otros sectores. Los investigadores han creado modelos que identifican los diferentes mecanismos de absorción de energía tras un impacto en diversos materiales.